A comienzos de los 70 los galeses Budgie tenían ya dos discos en el mercado. "Budgie" en 1971 y "Squawk" en 1972 fueron dos dignos esfuerzos que mostraban sin tapujos la dirección que tomaba la música de los de Cardiff. El periquito o la chica de uno, que es su acepción en galés, iba a romper algunos de los esquemas musicales de la ya de por si cambiante década de los 70 con la publicación en 1973 de "Never Turn Your Back On A Friend", o al menos lo iba a hacer de cara a una afortunada minoría.
Efectivamente Budgie nunca gozó del predicamento que si tuvieron Deep Purple, Black Sabbath u otras bandas contemporáneas, pero si este álbum hubiese gozado de una producción más mediática o se hubiese comercializado o difundido de un modo más notorio, es posible que Budgie en la actualidad tuviese una posición más elevada en la historia del rock, un estatus que se han encargado de recuperar en parte bandas como Van Halen o Metallica, cuya admiración por Budgie fue notoria.
"Never Turn Your Back On A Friend" es sin duda uno de los mejores trabajos de la carrera de Budgie, por no decir el mejor. Fuerte influencia para la NWOBHM y el thrash y speed metal que despuntarían en los 80. Me parece exagerado hablar de la primera grabación de thrash metal de la historia del rock, pero ahí quedan los rapidísimos y afilados riffs de Tony Bourge y un potente y demoledor combo rítmico formado por Burke Shelley al bajo y Ray Philips a la batería, apuntando las claves maestras de las que años más tarde se iba a aprovechar el género.
Budgie se puso serio para su tercer álbum, dejando atrás sus intentos más tempranos, en un esfuerzo colosal de rock duro. La limpia producción, sólo empañada por algunos ecos exagerados, a cargo de la propia banda, permite descubrir un sonido claro y energético en el que los instrumentos se contraponen sin llegar a molestarse. Los riffs y solos y las aceradas voces de Burke Shelley se elevan mínimamente por encima del resto. Las letras y la composición demuestran también una madurez que queda patente en los interludios vocales y de guitarras acústicas.
Comienza "Never Turn Your Back On A Friend" con la monolítica "Breadfan". Una monumental intro de guitarra deja paso al bajo y a la batería, sólo en espera de la voz de Shelley, quintaesencia vocal del metal setentero. Continua la apabullante versión del viejo estándar blues "Baby Please Don't Go", reconvertido a rock duro con impresionante solo de slide guitar que nos deposita sin remisión en un final descomunal. "You Know I'll Always Love You" es una cortísima balada acústica que suaviza de alguna manera la tralla del disco. El extraño título que es "You're The Biggest Thing Since Powdered Milk" esconde un escalofriante tema de riff aplastante y solo descomunal en el que se incluye inicialmente un solo de batería de considerables proporciones. "In The Grip Of A Tyrefitter's Hand" es otro de los clásicos de Budgie, un tema que por si sólo justificaría la totalidad del álbum. De marcado sabor a Black Sabbath. "Riding My Nightmare" coloca de nuevo calma en el álbum. La voz de Shelley transporta aquí directamente hacia el cielo. "Parents" cierra el disco. La indiferencia de los padres ante el crecimiento de los hijos es la excusa que utiliza Budgie para colocar un tema poderoso y supersónico que discurre a lomos de una estructura asombrosamente ledzeppeliana.
Siete cortes fundamentales que hacen de "Never Turn Your Back On A Friend" un álbum adictivo e imprescindible para comprender la evolución del rock duro a través de la década de los 70.