lunes, 31 de diciembre de 2012

NEVER TURN YOUR BACK ON A FRIEND - Budgie, 1973


A comienzos de los 70 los galeses Budgie tenían ya dos discos en el mercado. "Budgie" en 1971 y "Squawk" en 1972 fueron dos dignos esfuerzos que mostraban sin tapujos la dirección que tomaba la música de los de Cardiff. El periquito o la chica de uno, que es su acepción en galés, iba a romper algunos de los esquemas musicales de la ya de por si cambiante década de los 70 con la publicación en 1973 de "Never Turn Your Back On A Friend", o al menos lo iba a hacer de cara a una afortunada minoría.
Efectivamente Budgie nunca gozó del predicamento que si tuvieron Deep Purple, Black Sabbath u otras bandas contemporáneas, pero si este álbum hubiese gozado de una producción más mediática o se hubiese comercializado o difundido de un modo más notorio, es posible que Budgie en la actualidad tuviese una posición más elevada en la historia del rock, un estatus que se han encargado de recuperar en parte bandas como Van Halen o Metallica, cuya admiración por Budgie fue notoria.
"Never Turn Your Back On A Friend" es sin duda uno de los mejores trabajos de la carrera de Budgie, por no decir el mejor. Fuerte influencia para la NWOBHM y el thrash y speed metal que despuntarían en los 80.  Me parece exagerado hablar de la primera grabación de thrash metal de la historia del rock, pero ahí quedan los rapidísimos y afilados riffs de Tony Bourge y un potente y demoledor combo rítmico formado por Burke Shelley al bajo y Ray Philips a la batería, apuntando las claves maestras de las que años más tarde se iba a aprovechar el género.
Budgie se puso serio para su tercer álbum, dejando atrás sus intentos más tempranos, en un esfuerzo colosal de rock duro. La limpia producción, sólo empañada por algunos ecos exagerados, a cargo de la propia banda, permite descubrir un sonido claro y energético en el que los instrumentos se contraponen sin llegar a molestarse. Los riffs y solos y las aceradas voces de Burke Shelley se elevan mínimamente por encima del resto. Las letras y la composición demuestran también una madurez que queda patente en los interludios vocales y de guitarras acústicas.
Comienza "Never Turn Your Back On A Friend" con la monolítica "Breadfan". Una monumental intro de guitarra deja paso al bajo y a la batería, sólo en espera de la voz de Shelley, quintaesencia vocal del metal setentero. Continua la apabullante versión del viejo estándar blues "Baby Please Don't Go", reconvertido a rock duro con impresionante solo de slide guitar que nos deposita sin remisión en un final descomunal. "You Know I'll Always Love You" es una cortísima balada acústica que suaviza de alguna manera la tralla del disco. El extraño título que es "You're The Biggest Thing Since Powdered Milk" esconde un escalofriante tema de riff aplastante y solo descomunal en el que se incluye inicialmente un solo de batería de considerables proporciones. "In The Grip Of A Tyrefitter's Hand" es otro de los clásicos de Budgie, un tema que por si sólo justificaría la totalidad del álbum. De marcado sabor a Black Sabbath. "Riding My Nightmare" coloca de nuevo calma en el álbum. La voz de Shelley transporta aquí directamente hacia el cielo. "Parents" cierra el disco. La indiferencia de los padres ante el crecimiento de los hijos es la excusa que utiliza Budgie para colocar un tema poderoso y supersónico que discurre a lomos de una estructura asombrosamente ledzeppeliana.
Siete cortes fundamentales que hacen de "Never Turn Your Back On A Friend" un álbum adictivo e imprescindible para comprender la evolución del rock duro a través de la década de los 70. 


domingo, 30 de diciembre de 2012

TRES HOMBRES - ZZ Top, 1973


En Julio de 1973 ZZ Top ponía en circulación "Tres hombres". El trío de Houston ya había colocado el "ZZ Top's First Album" en 1971 y "Rio Grande Mud" en 1972, y en ambos habían quedado muy claras las fuentes de las que iban a beber Gibbons, Hill y Beard. Las fuertes raíces blues y un particular sentido del humor iban a acompañar a ZZ Top ya desde aquellos dos fantásticos esfuerzos, pero es en "Tres Hombres" donde en mi opinión encuentran aquello que estaban buscando, aquello que se les estaba demandando.
De nuevo bajo la producción de Bill Ham, "Tres Hombres" fue el álbum definitivo que acercó a la banda de Texas al gran público gracias a las desventuras y travesuras de una serie de personajes mitad vaqueros, mitad astronautas en su desértico trasiego por las sendas del mejor blues rock eléctrico. Ese toque humorístico y misterioso que ZZ Top imprime a sus composiciones se vuelve más asimilable en "Tres Hombres", cimentado por una poderosa y opresiva conducción de su música, guiada de manera magistral por la fabulosa y afilada guitarra de Billy Gibbons, punzante, concisa y de buen gusto, sin virtuosismos o exageraciones, el palpitante bajo de Dusty Hill y la naturalidad en la batería de Frank Beard, conformando una banda que suena aquí firme y nítida.
"Tres Hombres" comienza con un medley marca de la casa, de lo mejor que ZZ Top ha hecho jamás. El blues obrero de "Waitin' For The Bus" choca abruptamente con la bestial "Jesus Just Left Chicago", otro blues clásico, esta vez sobre las visicitudes de un mesías viajero. "Beer Drinkers And Hell Raisers" es una fabulosa juerga abducida por una demoníaca guitarra mientras Gibbons y Hill comparten protagonismo vocal. El paseo salvaje en una camioneta de "Master Of Sparks" o las alocadas autoestopistas de "Precious And Grace" desgranan de manera cruda la virulencia del blues de los de Houston. El blues lento y pegajoso de "Hot, Blue & Righteous", las guitarras a lo Hendrix de "Shiek" o la valiente guitarra slide y armonías vocales de blues en "Have You Heard?" completan un impresionante trabajo de blues eléctrico que protagoniza de manera gloriosa "La Grange", ese inmortal tema sobre un prostíbulo, ejemplo claro y conciso de lo que debe ser un boogie de blues rock, condensado en una guitarra que se derrite como plomo candente, un bajo férreo y una batería plena y poderosa. 
En definitiva un muy sólido álbum de blues rock sureño, embriagado por una acertada atmósfera de tugurio, como si Gibbons, Hill y Beard estuviesen tocando en su garito favorito mientras llevan a su terreno sus más acérrimas influencias como los maestros B.B. King o John Lee Hooker. "Tres Hombres" es básico en la discografía de ZZ Top, y, por supuesto, debería serlo en la tuya.


viernes, 28 de diciembre de 2012

BON JOVI - Bon Jovi, 1984

Hoy en KIDS WANNA ROCK cedemos el testigo a @lolawar69, apasionada del rock y de la fotografía que nos contará sus experiencias juveniles con uno de los discos que más la marcaron en aquella etapa. Espero que su colaboración con el blog sea fructífera, seguro que merecerá la pena. Sin más preámbulos el "Bon Jovi" de 1984 según @lolawar69.


Es 1984. Sentada en el porche de la casa de un amigo bebemos, fumamos y reímos. Alguien ha llegado a última hora con una bolsa de vídeos. Sorteamos entre risas al azar y plantamos uno cualquiera. Vídeos de los Maiden, de los Judas, de Accept, de Thunder, y de repente...se nos congela la imagen en un nuevo vídeo que no termina de arrancar. Todos reconocemos la mayoría de los vídeos que nos gustan, pero este no nos suena de nada. Por fin arranca. Un teclado soberbio y poderoso, inicio de un tema incógnito. ¡Son Marillion!, dice alguno. ¡No tío, parecen los Pink Floyd!. No, abajo a la izquierda pone "Runaway" - Bon Jovi, y encima el que canta está para comérselo.
Desde ese mismo momento mi objetivo es conseguir ese disco para nuestra pequeña emisora municipal donde hacemos un programilla de radio de música rock, e indagar quienes son Bon Jovi. Entonces no había Wikipedia, pero descubro a una banda de New Jersey de cinco componentes que hace glam rock. En cuanto me hago con el disco lo calco en cassette, como siempre, y lo escucho noche y día. Tal es así que hasta mi madre tararea a Bon Jovi mientras guisa.
Descubro un grupo con un sonido muy personal, una voz inconfundible, una batería poderosa y un guitarrista rápido y preciso con una voz de refuerzo a la de Jon Bon Jovi, que parece nacida para cantar en comunión con el líder de sus huestes. 
Un disco este que no es el que le lanza al estrellato, pero que para mi es el más natural y fresco de la banda. Una fusión creada como culmen de unos currículums fabulosos por separado e impresionantes para los receptores, con raíces del rhythm and blues de Atlantic City Expressway o de los sinfónicos Wild Ones.
Una magnífica formación original de músicos impecables compuesta por Jon Bon Jovi, Rictchie Sambora, Tico Torres, David Bryan y Alec John Such, el único que ya no forma con Bon Jovi, que crea un genuino glam rock que perdura en detrimento del rock alternativo creado a principios de los 90.
Me quedo de esta joya de alquimia rockera con el himno "Runaway", tema que no puede, no quiere y no debe cumplir años. O la mil veces tarareada "She Don't Know Me", acompañado por ese vídeo fascinante de macarrillas italianos de barriada de New Jersey. Preciosa es "Shot Throught The Heart", aquella que hacía que se nos cayeran las chapas de la chupa, con frases como "Mientras yo estaba allí solo en la oscuridad me disparaste al corazón", y nos remataba con la bonjoviana criatura que es "Burning For Love". "Estoy ardiendo de amor, lleno de deseo, no puedo saciarme, lo buscaré en ti". Queríamos morirnos las entregadísimas niñas de los de Jersey.
En definitiva, para mi, ya experimentada y abarrotada de rock, este LP sigue siendo y será una joya de mi discografía personal, un descubrimiento genuino del rock de los 80, la BSO de una etapa de mi vida y el nacimiento de una de las grandes bandas americanas de rock.
No se podría entender la existencia de bandas como Cinderella, Poison o Skid Row sin la linterna de Jersey ejerciendo de ojo de Sauron en los horizontes del rock ochentero y los grupos que estaban por llegar.

@lolawar69


martes, 25 de diciembre de 2012

NO RESERVATIONS - Blackfoot, 1975


En el Otoño de 1969 Greg T. Walker como bajista, Rickey Medlocke como voz y percusión, Jakson Spires como batería, DeWitt Gibbs como teclista y Charlie Hargrett como guitarra, formaban en Jacksonville una banda llamada Hammer, cuya primera aparición estelar tenía lugar en el Miami International Rock Festival de Diciembre de 1969. 
En Marzo de 1970 la banda pasaba a denominarse Blackfoot, y tras trasladarse a New Jersey comenzaban a girar en los círculos universitarios. DeWitt Gibbs dejaba la banda y Rickey Medlocke se hacía cargo de la guitarra, hasta que en Junio de 1971 Ronnie Van Zant de Lynyrd Skynyrd marchó en busca de un batería para su banda. Medlocke aceptaba la oferta y Greg T. Walker se unía a ellos, así que Blackfoot se disolvía momentáneamente. 
Hacia Agosto de 1972 Charlie Hargrett decidía volver a poner Blackfoot en marcha. Para ello habló con Medlocke, decidiendo entre ambos que Lenny Stadler de los Blackberry Hill sería el bajista y Jakson Spires el baterista. Danny Johnson, de Axis, sería empleado brévemente como guitarrista rítmico. En verano de 1973 Stadler abandonaba la banda y Greg T. Walker volvía de nuevo a Blackfoot.
Medlocke y T. Walker enviaron algunas demos a los productores David Hood y Jimmy Johnson, ambos fundadores de los estudios Muscle Shoals de Alabama. Aquellos temas gustaron y Hood y Johnson producirían "No Reservations", el primer álbum de estudio de Blackfoot, para Islands Records en 1975.
"No Reservations" no es en absoluto el mejor trabajo de Blackfoot, pero muestra sin duda el potencial que la banda adquiriría incluso en esta época en la que los valores de producción y composición se muestran aún un tanto básicos. Pese a esos aspectos "No Reservations" presenta una interesante variedad musical que le torna verdaderamente interesante. Grandes momentos de rock, excelentes baladas y temas de raíz blues que serían emblema de una de las mejores bandas de rock sureño de la historia. 
Puede que la energía demostrada en muchos de los temas este algo capada debido a las labores de producción. Una lástima si tenemos en cuenta que "No Reservations" si cuenta con algunos momentos verdaderamente llenos de pasión e intensidad, unos momentos que si hubiesen copado todo el disco le habrían otorgado una importancia mayor de la que ya tiene.
"No Reservations" se grababa años antes de los fabulosos "Strikes" y "Tomcattin'", pero muestra sin fisuras cual es el sonido que haría absolutamente inconfundible a Blackfoot. Un southern rock de un tipo más duro que el de otras bandas contemporáneas. Es posible que el término southern hard rock se acuñase tras este primer esfuerzo de los Blackfoot
El batería Jakson Spires comienza a dar muestras de su potencial compositivo en "No Reservations", álbum en el que compone todos los cortes salvo la brutal "Railroad Man", compuesta por Shorty Medlocke, el abuelo de Rickey
Trallazos de rock duro como "Born To Rock N' Roll" o "Take A Train" sirven de presentación al sonido que Blackfoot haría suyo, ese rock duro sureño que aún perdura en bandas potentes de la actualidad como Black Stone Cherry. Destacan por supuesto la excelente balada "Stars", forjada en ese cuña sureña llamada "Simple Man", tal vez basada en los ex compañeros de Medlocke y T. Walker en Lynyrd Skynyrd, o el trepidante bluegrass de "Railroad Man", el tema que abre y cierra el álbum. "Indian World" hace de confusa presentación de la banda mientras "I Stand Alone" es el auténtico prototipo de tema de carretera, adelanto de uno de los himnos de la banda, el "Highway Song" de su álbum "Strikes".
Excelentes guitarras de Medlocke y Hargrett y dúo rítmico de altura en el bajo de Greg T. Walker y la batería del genial Jakson Spires.
Por supuesto "No Reservations" no está a la altura de la trilogía mágica de Blackfoot que forman "Flyin' High" de 1976, "Strikes" de 1979 o "Tomcattin'" de 1980, de los que por supuesto hablaremos en KIDS WANNA ROCK, pero fue un álbum de debut absolutamente fundamental a la hora de comprender un sonido y una actitud que llevarían a Blackfoot a la cima del rock duro sureño, abanderados de esa extraña fusión cultural entre los indios, el sur y el hard rock. Grandes, muy grandes.


domingo, 23 de diciembre de 2012

DARKNESS ON THE EDGE OF TOWN - Bruce Springsteen, 1978


A comienzos de la década de los 70 Bruce Springsteen ya había formado varias bandas con las que trataba de abrirse camino en el descarnado mundo de la música. Child, Still Mill o The Bruce Springsteen Band fueron algunos de los grupos que iniciarían la carrera de Springsteen, grupos donde además formaría junto a algunos de los músicos que le iban a acompañar en su dilatada trayectoria. Carl West era el tipo que se encargaba de la representación de aquellas bandas, y en 1971 hablaría de su representado a Mike Appel, el hombre que llevaba a los psicodélicos Sir Lord Baltimore. En 1972 Appel preparaba un contrato con Springsteen y le conseguía una audición con CBS a través del caza talentos de la discográfica, John H. Hammond. Springsteen firmaba por CBS y el propio Mike Appel participaría en la producción de "Greetings From Asbury Park, N.J." en 1973, "The Wild, The Innocent And The E Street Shuffle" en ese mismo año y "Born To Run" en 1975. 
Durante la grabación de "Born To Run" a Springsteen comenzaron a no gustarle ciertos aspectos de la dirección y producción de Mike Appel, así que finalmente le reemplazaría por Jon Landau en 1976, abriéndose una batalla legal que terminaría fuera de los tribunales. Landau abriría el camino musical y político a Springsteen alejándole del aventurero romanticismo que proponía Appel.
Así que después de dos años Springsteen volvía al estudio, en este caso los Record Plant de Nueva York, para grabar la que se iba a convertir en probablemente la joya de su carrera. El dos de Junio de 1978 se ponía a la venta "Darkness On The Edge Of Town", producido efectivamente por Jon Landau, ayudado en aquellas labores por el propio Springsteen y por el guitarrista Steven Van Zandt.
Verdaderamente a Springsteen le salió una obra maestra. No cosechó las ventas de "Born To Run", el álbum que le situó en escena, pero posee un sabor y una intensidad superiores. Un álbum oscuro con ciertas dosis de optimismo que se inspira en los difíciles momentos que atravesaba la clase obrera norteamericana a mediados de la década de los 70. Unas letras certeras y una música de ensueño para un trabajo insuperable.  Es verdaderamente asombrosa la profundidad y la belleza con la que Springsteen expresa las preocupaciones de su país en aquellos tiempos difíciles y como es capaz de plasmarlo en "Darkness On The Edge Of Town"
Las fotos usadas para la portada y contraportada de "Darkness On The Edge Of Town" ya indican en cierto modo lo que vamos a encontrar en el interior del disco. En la portada Springsteen viste la famosa chupa de cuero del "Born To Run", la que le convirtió en icono, pero en la contraportada ya aparece sin ella, despojado de toda la superficialidad de su recién estrenado estatus de estrella del rock, vestido con una simple camiseta blanca, como cualquier obrero protagonista involuntario del disco. Sorprendentemente diferente del excelente "Born To Run", le supera en su claridad y en su profundidad de pensamiento. 
Las historias más banales y cotidianas se convierten en relatos absolutamente convincentes de la mano de Springsteen, el mago que las transforma en cuentos simples, honestos y valientes despojados de cualquier tipo de artificio musical, sólo mecidas por melodías de extrema belleza.
Es en este punto, en el compositivo donde Springsteen y sus chicos parecen haber trabajado más duro que en álbumes anteriores, logrando unos arreglos aparentemente sencillos que esconden una complejidad realmente adicitiva. La composición constituye un magnífico conjunto en el que cada corte del disco obtiene protagonismo propio. La música de la E Street Band se antoja mejor que nunca, reemplazando el muro de sonido del "Born To Run" por un estilo más minimalista en el que cada instrumento se escucha con definitiva claridad. El piano de Roy Bittan, la batería de Max Weinberg, los teclados de Danny Federici, el saxo del gran Clarence Clemons, la guitarra de Steven Van Zandt o el bajo de Garry Tallent, se muestran completamente aprovechados, seguros de si mismos, ocupando el espacio que les pertenece sin molestar a sus compañeros.
"Darkness On The Edge Of Town" comienza de manera gloriosa. "Badlands" trancsurre por derroteros hasta cierto punto optimistas mientras Springsteen se muestra apasionado y relativamente triste al mismo tiempo. Una llamada de atención para mantenerse alerta ante las adversidades. "Adam Raised A Cain" se observa emocional en exceso mientras que Springsteen llega a manifestar incluso enfado, en medio de la sorpresiva aparición de una guitarra eléctrica. "Something In The Night" es una joya en forma de balada larga, hermosa y honesta. "Candy's Room" se convierte en uno de los puntos álgidos gracias a un fabuloso piano que tranquilamente conduce a un estribillo lleno de visión e imaginación. Apasionada y desesperada como debe ser una canción de amor, aunque se trate de ese otro tipo de mujeres. "Racing In The Street" homenajea a todos aquellos que vivieron, crecieron y trabajaron en aquel New Jersey obrero, mientras que "The Promised Land" regala una optimista melodía sobre el duro día a día laboral, una especie de preparación en la superación de los problemas. "Factory" se antoja como una especie de continuación en forma de corta y melódica pieza sobre las dificultades de la jornada de trabajo. "Streets Of Fire" nos deja unas voces memorables para un corte basado en una melodía sencilla pero sumamente eficaz, documentando las vidas de los ignorados y perseguidos.Una obra maestra en si misma que regala la que probablemente sea la mejor interpretación vocal de la carrera de Springsteen. "Prove It All Night" posee un inmenso estribillo que le coloca como el tema más popular del disco y "Darkness On The Edge Of Town" finaliza el álbum al que titula de manera hosca y grandiosa, en oposición al mágico "Born To Run"
"Darkness On The Edge Of Town" es sin duda la piedra angular de la carrera de Bruce Springsteen, una joya total e implacable que nadie debe dejar de escuchar. "Born To Run" puso los focos y el estrellato sobre las espaldas de Springsteen. "Darkness On The Edge Of Town" sin embargo, lo situó retrocediendo hacia las sombras para hacer frente a sus propios demonios. Es probablemente la búsqueda más desgarradora y llena de alma de toda su discografía. 


sábado, 22 de diciembre de 2012

BORN A LION - Danko Jones, 2002


Danko Jones llevaba tiempo buscando algo. Creo que todos nosotros llevábamos tiempo buscando algo a mediados de la década de los 90. Algo que se si no se había perdido estaba en vías de extinción en aquellos extraños períodos musicalmente hablando. El tipo cantaba y tocaba la guitarra, así que se juntó con un bajista llamado John Calabrese y el  batería Damon Richardson, probablemente en un último y desesperado intento por dar forma a aquello que se estaba perdiendo. 
Un par de EPs antes de la llegada del nuevo siglo les dieron a conocer. Su sencilla pero frenética manera de entender el rock and roll parecía situarles en el camino más adecuado para llevar a buen efecto su ansiada búsqueda. En 2001 Danko Jones lanzaba "I'm Alive And On Fire", básicamente la reunificación de aquellos dos EPs, "Danko Jones" y "My Love Is Bold", además de algunas demos y caras B. Aquello y los demoledores directos que el trío se marcaba fueron la excusa perfecta para que Danko Jones se hiciese un hueco entre los no demasiados que facturan rock con pelotas en este nuestro siglo.
Este verano se han cumplido 10 años de la edición del primer LP de Danko Jones. Una década ya desde que Jones, Calabrese y Richardson nos volasen las cabezas con su "Born A Lion". Rock and roll de alto octanaje de reminiscencias blues para las melenas del siglo XXI. 
"Born A Lion" no es un trabajo demasiado largo, apenas dura 40 minutos, pero si es suficiente para darte cuenta de lo que tienes entre manos. El olor a AC/DC o a Motörhead es evidente, pero la personalidad de Jones se impone en todo momento, partiendo desde su particular tono de voz. Una guitarra correcta y un combo rítmico de bastante importancia hacen el resto.
La energía cruda y las letras cachondas y peligrosas se alejaban bastante de la cursilería y la ñoñería a la que comenzábamos a acostumbrarnos. Jones compone y escribe todos los temas de "Born A Lion". Musicalmente bebe a gusto de sus influencias cimentando un hard blues rock de potencia, y es en las letras en donde Jones demuestra una especial habilidad. Satíricas, irónicas y jocosas en la mayoría de los casos, divertidas casi siempre y focalizadas la mayoría de las veces en el sexo, el amor y las mujeres. Esto es rock and roll.
Desde la muy bluesy "Play The Blues" a la hilarante "Love Is Unkind" el álbum se mueve por los terrenos del rock lleno de actitud, plasmando en el disco lo que Danko Jones ya habían demostrado en directo. Los pesados riffs de "Papa" y "Lovercall" o el palpitante frenesí de "Get Outta Town" demuestran que Jones ha encontrado el camino. La trepidante "Caramel City" o la acedecediana "Soul On Ice" completan un fabuloso ejercicio de rock duro en el que también destaca la electrizante "World Is Bond".
Han pasado diez años de "Born A Lion" y Danko Jones está plenamente consolidado, no en círculos mayoritarios, es cierto, pero si en aquellos en los que el rock con actitud es algo más que un pasatiempo. "Born A Lion" fue el comienzo de algo que supuso un despertar del letargo al que nos había arrastrado el rock de finales de los 90. 
Por cierto, en ninguna lista de lo mejor del 2012 aparece "Rock And Roll Is Black And Blue". Desde KIDS WANNA ROCK lo reivindicamos.


jueves, 20 de diciembre de 2012

LIVE AT THE APOLLO - James Brown, 1963


En los comienzos de la década de los 60 James Brown había conseguido colocar algún hit en las listas de rhythm and blues, tal es el caso de "Try Me", pero su audiencia se limitaba a las jóvenes minorías negras. Hasta ese momento Brown presentaba una carrera poco sólida tanto en términos de dirección musical como de ventas. Brown era consciente de que su punto fuerte era el directo. Cualquiera que viese una actuación suya se convertía en fanático de por vida, así que estaba empeñado en grabar un álbum en directo del mismo modo que Ray Charles había estado grabando sus actuaciones en el Festival de Jazz de Newport en 1958.
A Syd Nathan, el jefe del sello King Records, el tema no le convencía demasiado. Siempre pensando en las jóvenes audiencias negras era consciente de la dificultad que para aquellos chicos suponía gastarse el poco dinero que tenían en un álbum, bastante más caro que los singles de los cuales iba a carecer este proyecto de Brown, así que presagiaba unas ventas escasas. Pero James Brown quería mostrar a un espectro de público más amplio la música y el espectáculo que se estaban perdiendo, así que puso 5.000 dólares de su propio bolsillo y el disco se grabó.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

BLACK STONE CHERRY - Black Stone Cherry, 2006


¿En qué estarían pensando cuatro niñatos de Kentucky para marcarse uno de los álbumes de debut más sólidos de los últimos tiempos?. Supongo que en Led Zeppelin, Black Sabbath, Lynyrd Skynyrd o Blackfoot, porque si pensasen en otras cosas hubiese sido absolutamente imposible lanzar este artefacto en el año 2006. Efectivamente "Black Stone Cherry" es un disco impresionante, sobre todo si  tenemos en cuenta cuando se ha hecho y como se ha hecho. Una década, la pasada, en la que encontrar nuevas bandas de rock duro de quilates resultaba algo realmente complicado.
Un sonido crudo, pesado, sureño y absolutamente genuino, con unas voces, las de Chris Robertson, una especie de híbrido entre Eddie Vedder y Chris Cornell, desafiantes y temibles. El propio Robertson protagoniza las guitarras del disco junto a Ben Wells, poblando "Black Stone Cherry" de riffs que rememoran los tiempos grandes del género y solos capaces de producir temblores en quien los escuche. Jon Lawhon mantiene el nivel al bajo y John Fred Young, familia de los míticos Kentucky Headhunters, permite vislumbrar en su manera de tocar la batería rasgos que le comparan de alguna manera con ciertos mitos del instrumento. Talento y pasión aunados de la mejor manera posible en un esfuerzo que huele a metal, hard rock y southern rock por los cuatro costados. Si, una maravillosa combinación de hard rock clásico con el tradicional rock sureño que elevasen a los altares bandas como Lynyrd Skynyrd o Blakfoot. Un trabajo maduro, lleno de grandes melodías y excelentes guitarras, acertadamente producido por David Barrick y Richard Young, padre del batería y miembro de los Kentucky Headhunters.
Black Stone Cherry absorbe la esencia de lo mejor del rock sureño de lo 70 y los 80 y le estampa su propio sello. 
"Black Stone Cherry" comienza con "Rain Wizard", un tema sobre unos sabios lugareños que invocaban a la lluvia en tiempos de sequía. Agradable y sólida. "Backwoods Gold" relata una historia sobre contrabandistas locales cabalgando entre pesados riffs, estribillos adictivos y fabuloso solo. "Lonely Train" se llena de riffs crujientes que se mecen entre acertadas líneas de bajo y explosivas baterías para narrar de manera un tanto cursi lo que es una guerra para las familias de los soldados. "Maybe Someday" muestra las raíces sureñas de Black Stone Cherry rockeando de manera bastante pegadiza. "When The Weight Comes Down" contiene un acertado solo de sitar eléctrico que da paso a un gran solo de guitarra. "Crosstown Woman" y "Violator Girl" son dos trallazos del mejor rock que disciernen sobre las experiencias con las mujeres de estos cuatro chavales. Rock melódico y sencillo de la mano de la excelente "Hell & High Water" e invitados de la talla de Reese Wynans, teclista de los legendarios Captain Beyond, para tocar el B3 en "Tired Of The Rain", un blues rock que engancha convincentemente, y en  "Rollin' On", un buen trallazo rockero de excelente trato guitarrero en riffs y solos. El bajo y el trémolo añadido de "Shooting Star" la convierten en algo más que interesante, sin olvidar su versión del "Shape Of Things" de los Yardbirds, una especie de llamada de atención sobre la posibilidad de hacer moderno y adictivo un tema del año 1966.
Definitivamente "Black Stone Cherry" supuso un soplo de aire fresco, unos tipos que decidieron que su música fluyese de manera natural bajo un forro de talento y pasión. Sus esfuerzos posteriores sólo han dejado algunos momentos de lo demostrado en su debut, pero momentos que hacen que merezca la pena su escucha, por no hablar de un directo potentísimo que te noquea desde la primera nota.



domingo, 16 de diciembre de 2012

JAILBREAK - Thin Lizzy, 1976


Cuando Thin Lizzy publicaba "Jailbreak" el 26 de Marzo de 1976 la banda irlandesa había colocado ya 5 álbumes en el mercado. Esfuerzos progresivos que habían coqueteado con la excelencia pero que no habían terminado de cuajar. En "Jailbreak" los dioses del rock se alinearon y nos dejaron un disco para la historia.
Sus fabulosas letras, casi historias que merece la pena escuchar atentamente, las perfectas líneas de bajo, la personalísima voz de Phil Lynott, la espectaculares guitarras gemelas de Scott Gorham y Brian Robertson y los ritmos de Brian Downey se conjugan para crear sin duda lo que es a día de hoy una obra maestra.
"Jailbreak" no es sólo el álbum más exitoso de Thin Lizzy, es además uno de los mejores discos de toda la década de los 70. En "Jailbreak" la banda demostró porque ocuparían un lugar destacado en el olimpo del rock. Baladas, trallazos de rock o la mezcla de ambos se llevan a los máximos extremos pasionales en "Jailbreak". Lynott fue un excelente compositor y su voz en "Jailbreak" se llena de alma. El inmenso trabajo de las guitarras de Gorham y Robertson es brutal e influyente para toda una generación de guitarristas. Brian Downey, importantísimo baterista, llena de perfección rítmica el disco, adecuando de manera casi perfecta su desempeño al estado de ánimo del tema. Lizzy y sus muchachos son inteligentes y saben hacer música. Prueba de ello es el trabajo de los solos, que emergen de los riffs principales como una evolución natural del tema, no como algo tocado sólo para el lucimiento.
En "Jailbreak"no hay temas malos o mediocres. El álbum que catapultó a Thin Lizzy en Estados Unidos es una auténtica obra de arte.
"Fight Or Fall" muestra una ascendencia bluesy que se manifiesta de manera contundente en el alma de la voz de Lynott, expresando esa armonía racial que perseguía, dentro de un estado de ánimo fresco y suave. "Emerald" es una brutalidad de tema en el que las dos Gibson Les Paul revientan los clásicos amplificadores analógicos de sonido eléctrico de los 70. Una melodía tradicional escocesa se transforma en un fabuloso himno sobre espadas, pillaje y caos, poseedora de un increible solo. "Warriors" merecería la pena sólo por la bestial batería de Downey y por la apoteosis guitarrera del medio. "Cowboy Song" es una de las maravillas que Lynott dejó para la posteridad. Sus melodiosas guitarras nos llevan por un fantástico recorrido de ecos felices. Otra virguería es "Romeo And The Lonely Girl", donde Lynott despliega todas sus influencias Van Morrison. O "Angel From The Coast", donde se escondía el riff que originó el "Baby, I'm A Star" de Prince. Fabuloso y elegante el ritmo y el swing de "Running Back", con su cadencia pop fácil y gratuita. "The Boys Are Back In Town" es el corte más popular de "Jailbreak", y en este caso ese aspecto no es negativo, ya que se trata de uno de los mejores temas de rock jamás escritos. La poderosa intensidad de "Jailbreak", el tema que da título al disco, de riff absolutamente demoledor y pegajoso, así como su estribillo.
Mientras bandas de medio pelo se hincharon a vender discos, un grupo de músicos brillantes liderados por un poeta que llevaba el corazón en la mano, cayeron en la ignominia. Thin Lizzy fue una auténtica banda de hard rock, y su influencia fue decisiva para la mayoría de las bandas de la NWOBHM. A diferencia de otras bandas similares de su época Thin Lizzy poseía un sensacional sentido del swing propulsado por su fabuloso combo rítmico formado por Phil Lynott y uno de los más infravalorados bateristas de todos los tiempos, el señor Brian Downey.
Si "Fighting" consiguió que Thin Lizzy sonasen como una auténtica banda de hard rock, "Jailbreak" les hizo eternos.




viernes, 14 de diciembre de 2012

POWERAGE - AC/DC, 1978


En Mayo de 1978 AC/DC lanzaba su quinto álbum de estudio. "Powerage" no es el más aclamado trabajo de AC/DC, tampoco es uno de los álbumes más importantes o influyentes de la historia del rock, tampoco es su disco más atractivo o estimulante, pero su sonido crudo, la voz llena de feeling de Bon Scott, sus martilleantes riffs, sus pentatónicos solos y su poderosisimo combo rítmico lo convierten posiblemente en el que mejor define lo que es AC/DC, la banda que toca lo que toca mejor que nadie. Seguramente se trate del álbum más sólido que la banda grabase nunca, un compendio de rock duro minimalista basado en algunos de los mejores temas de Angus y sus chicos. Efectivamente, aquí no hay un himno, de los que han quedado reflejados en su historia, pero "Powerage" es un clásico en si mismo, enterrado por álbumes como "Let There Be Rock" o "Highway To Hell", pero de unas dimensiones éticas en cuanto a sonido, bastante más considerables. "Powerage" es sin duda uno de los álbumes olvidados más grandes de la historia del rock.
Fue la primera vez que Cliff Williams grababa con AC/DC, y por supuesto eso, aquí, se nota y mucho, proporcionando un salto cualitativo de considerables proporciones al sonido de la banda. Fue la última vez que Harry Vanda y George Young, responsables de ese sonido característico de blues hard rock, producirían un disco de AC/DC, y realmente es una producción brillante. La guitarra solista y la rítmica suenan distintas, fuertes y poderosas, mostrando una brillantísima interacción entre los hermanos Young.
En "Powerage" nos encontramos con nueve riffs memorables, nueve riffs fáciles de tocar pero imposibles de escribir. Riffs aparentemente simples pero que seguramente habrán dejado a algún virtuoso de la guitarra pensando el por que no se le han ocurrido a él. Algunos de los mejores solos de la carrera de Angus Young se encuentran aquí, así como algunas de las mejores letras que Bon Scott jamás escribiese, llenas de espíritu melancólico y sentimiento. Phil Rudd y Cliff Williams se convierten en un gigantesco martillo que golpea sin pausa pero con un excelente sentido del ritmo, un auténtico metrónomo disfrazado de bola de demolición.
"Powerage" da comienzo de manera inmejorable. "Rock 'n' Roll Damnation" posee uno de los estribillos más pegadizos de AC/DC y un ritmo llevado a golpe de guitarra. Ojo a las maracas y a los aplausos. "Down Payment Blues" es uno de los mejores temas de "Powerage", con un Bon Scott glorioso y un tremendo riff de guitarra. De absoluta base bluesy para contar las penurias de no tener dinero. ¿Os suena?. "Gimme A Bullet", presenta un sensacional ritmo a cargo de Phil Rudd. La icónica "Riff Raff" se desenvuelve en medio de riffs rápidos y furiosos tan sólo destrozados por el todo poderoso Angus Young. "Sin City" es otro de los grandes clásicos de la banda. El juego en Las Vegas sirve de excusa para una trepidante sucesión de riffs que sólo se toman un descanso hacia la mitad, mecidos por una fabulosa línea de bajo cortesía de Cliff Williams, mientras Bon Scott murmura en la calma que precede a la tempestad con la que termina el tema. "What's Next To The Moon" es sin duda la joya escondida en "Powerage", el álbum escondido de la discografía de AC/DC. Sus coros pandilleros, el nuevo y creativo ritmo de Phil Rudd, o su simple y agradable riff la colocan entre las más grandes. "Gone Shootin'" representa la asunción del rhythm and blues para AC/DC. Literalmente te levanta del asiento de la mano de la verdadera estrella del tema, una línea de bajo que mantiene sin fisuras la cadencia del ritmo. "Up To My Neck To You" describe la curiosa manera de Bon Scott de percibir las relaciones con el sexo opuesto a golpe de riffs. "Kicked In The Teeth" cierra "Powerage" cabalgando de nuevo entre riffs repletos de rock and roll mientras Bon Scott argumenta como es engañado por las mujeres.No olvidemos "Cold Hearted Man", otra delicia de hard rock de influencias bluesy.
Como Malcolm Young ha dicho en alguna ocasión, este es su álbum más olvidado, y sin duda uno de los mejores. Tan bueno como "Let There Be Rock" pero con la mejora rítmica que supuso Cliff Williams. Tras la bomba que supuso "Let There Be Rock" se antojaba complicado igualarlo. "Powerage" incluso lo supera. "Powerage" era el álbum destinado a que AC/DC conquistase Estados Unidos, pero "fallos técnicos" en Atlantic no lo permitieron, y se reservó ese lugar en la historia para "Highway To Hell"


miércoles, 12 de diciembre de 2012

DAN BAIRD AND HOMEMADE SIN - Dan Baird, 2008


En el año 2008 Dan Baird unía su voz y su guitarra a los siguientes elementos: el guitarrista Warner Hodges, de los Jason & And The Scorchers, la salvaje banda de country cañero, el batería Mauro Magellan, de los Georgia Satellites, y el bajista Keith Christopher de los Yayhoos. Con semejante personal dispuesto a grabar un disco el resultado no podía ser más que fabuloso.
Efectivamente ese mismo año estos cuatro monstruos lanzan su "Dan Baird And Homemade Sin", una de las maravillas del rock de la pasada década. En los tiempos de las super producciones, los efectos incomprensibles y demás exageraciones, Baird, Hodges, Magellan y Christopher se juntaron en el salón de su casa, abrieron unas cervezas y se pusieron a tocar. Se marcaron un discazo de catorce gloriosos temas. 
Nada nuevo bajo el sol. El rock and roll ya está inventado hace décadas, así que si algo ya existe y es glorioso, para que joderlo. Baird y sus muchachos sólo tocan rock and roll, pero de que manera. Básicamente "Dan Baird And Homemade Sin" es el mismo tipo de historias que Dan Baird llevaba haciendo en los últimos 25 años, con mejores o peores resultados, pero esta vez ha dado de lleno en el clavo. La corta carrera de los Georgia Satellites había sido fascinante, y tras ello, "Love Songs For The Hearing Impaired", el primer disco en solitario de Baird, nos dejó completamente satisfechos. "Buffalo Nickel" y esfuerzos posteriores no eran precisamente trabajos redondos, pero "Put The Hammer Down", de 2006 y con los Yayhoos, ya evidenciaba que Baird estaba de nuevo en forma, así que era natural darle una oportunidad a "Dan Baird And Homemade Sin". No sólo mereció la pena, como ya dije, estamos ante uno de los mejores trabajos de la pasada década.
Baird es un rockero a la antigua usanza, de actitud del tipo Faces y con posos de Berry o Molly Hatchet. Lo de siempre, tías, amores rotos, cuernos y excesos, pero esta vez las letras están muy por encima de la media. Divertidas o trágicas, pero siempre inteligentes, a cargo de ese dúo compositivo que Baird suele formar con Tommy Womack.
Temas como "Damn Thing To Be Done", el primer corte del disco, son los que al escucharlos por primera vez comprendes que estás ante algo grande. Encontramos variedad de estados de ánimo. Baird se pone melancólico en temas como "Crooked Smile" o la maravillosa "Lazy Monday", y nos deja unas letras de quitar el hipo en la gospeliana "Runnin' Outta Time". "Well Enough Alone", de reminiscencias a los Georgia Satellites, regala un serpenteante riff, mientras que "Hellzappopin'" nos traslada directamente a la música de Jerry Lee Lewis. "Two For Tuesday" es una maravilla de tributo a la carretera, a los coches y a Creedence Clearwater Revival. La verdad es que ya  he viajado en coche muchas veces con "Dan Baird And Homemade Sin" y es realmente asombroso como encaja este disco.
Me apetecía rescatar este "Dan Baird And Homemade Sin" ahora que "Pure", el jaque mate que Baird se ha marcado junto a los Bluefields está dejándome noqueado, y tras la fabulosa gira con la que nos ha obsequiado. En mayor o menor medida ningún proyecto de Dan Baird defrauda, y el artefacto que se marcó  con Homemade Sin realmente no es que no defraudase, es que colma todas las expectativas. Rock and roll con mayúsculas que nadie debe dejar de escuchar, bajo pena de perderse un imprescindible.


lunes, 10 de diciembre de 2012

PARANOID - Black Sabbath, 1970. Crítica del álbum. Review. Reseña.


Apenas un año transcurría entre "Black Sabbath", el primer álbum de la banda británica, y "Paranoid", su segundo trabajo."Black Sabbath" había sido un álbum de debut absolutamente glorioso, un esfuerzo que había sembrado el germen del heavy metal, pero en "Paranoid" se observan una serie de diferencias sustanciales capaces hoy en día de explicar por si mismas la historia del heavy metal.
Los poderosos e indomables riffs de "Black Sabbath" continúan siéndolo en "Paranoid", pero ahora más elaborados y refinados, dejando para la historia un puñado de clásicos magistrales. Un alucinante viaje de riffs estratosféricos, baterías poderosas y líneas de bajo demoledoras, plagado de letras sombrías y oscuras, irónicas y de humor negro en muchos de los casos. Su asombrosa producción, a cargo de Rodger Bain, nos traslada en décimas de segundo de la calma desértica a la mayor de las tormentas.
Evidentemente se puede considerar "Black Sabbath" como un álbum de heavy metal, pero es en "Paranoid" donde Black Sabbath define por completo su sonido, recortando los elementos de blues rock y perfeccionando de manera contundente esos riffs marca de la casa. Iommi probablemente suena aquí como nunca lo ha hecho y Ozzy integra de manera impecable su personalísima voz en la trama del álbum, pero sin duda la sección rítmica es la clave de "Paranoid", con Geezer Butler y Bill Ward aumentando progresivamente su endemoniado ritmo de manera estratégica, pavonando este inmenso conglomerado de ilustración metal. 
"Paranoid" comienza de la mejor manera posible. "War Pigs" es uno de los paradigmas del heavy metal, de estructura clásica de bajos y altos encadenados. Resulta pegajosa, firme y cohesiva en forma de alegato anti militar. "Paranoid" es uno de los clásicos más reconocibles de la banda, compuesta a última hora, con ese riff tan sugestivo y adictivo, aderezado con un ritmo absolutamente contundente. Black Sabbath se sirve de la experimentación para salirse de la línea maestra trazada en "Paranoid" en "Planet Caravan", una extraña y adictiva mezcla donde las acuáticas guitarras de Iommi, melódicas y maduras, se mezclan con hipnóticos bongos mientras una gloriosa línea de bajo de Butler nos traslada a remotos parajes. La brutal "Iron Man" es poseedora de uno de lo riffs más abrasadores y reconocibles de todos los tiempos. Su demoledor inicio de batería, sus robóticas voces, el eco y su magistral solo, la colocan no sólo en los altares del heavy metal, también por derecho propio en los del rock. "Electric Funeral" se llena de maravillosa lírica y lentos y asombrosos riffs en un políticamente incorrecto metal de ciencia ficción. "Hand Of Doom" se sirve del abuso de las drogas para trasladarnos en un mar de riffs casi dulces a los estribillos que romperán luego en tempestad, guiados por un trabajo de bajo de altura. "Rat Salad" es el tema instrumental de "Paranoid", lleno de potencia y protagonismo de Bill Ward, incluso con un asombroso solo de batería, algo muy difícil de escuchar en un álbum de estudio. ¿Por qué no se incluye a Ward en las listas de mejores bateristas de todos los tiempos?. "Paranoid" termina con el humor gótico de "Fairies Wear Boots", un nuevo alegato sobre el abuso de drogas.
"Paranoid" es sin duda un álbum que ha envejecido tan bien que se puede decir incluso que no ha envejecido. Un trabajo clave en la historia del heavy metal y por supuesto en la del rock. "Black Sabbath" dio el pistoletazo de salida y "Master Of Reality" es asombroso, pero la importancia histórica de "Paranoid" es innegable, así como la calidad de los temas y su sonido general. Sin "Black Sabbath" y sobre todo sin "Paranoid", es posible que el heavy metal no hubiese existido, un heavy metal que no se explica sin "Paranoid", álbum en el que queda expuesto en toda su plenitud.



sábado, 8 de diciembre de 2012

MAYBELLENE/WEE WEE HOURS - Chuck Berry, 1955


A Leonard Chess, fundador de Chess Records, la discográfica de Chicago, le debía poner bastante cachondo la surrealista idea de editar un tema hillbilly interpretado por un vocalista negro. Es posible que semejante disparate anduviese escondido en un recóndito rincón de su subconsciente, pero debió ver la luz cuando un hombre llamado Chuck Berry se presentó en las oficinas de la Chess en Chicago con un tema bajo el brazo. Berry era un tipo de St. Louis que había sustituido al saxofonista Alvin Benett en el trío del pianista Johnnie Johnson, en el que también se integraba el baterista Ebby Hardy. Berry se convirtió en miembro oficial del Sir John Trio e incorporó su especial manera de tocar la guitarra y sus dotes como frontman. El trío interpretaba sobre todo blues, pero a Berry parecía divertirle la sensación que provocaba el country entre las audiencias negras. Y aquel hillbilly blues no parecía disgustarles.
El caso es que en 1955 Berry se presentaba ante Leonard Chess con una demo llamada "Ida May", una versión de un éxito country de 1938 de nombre "Ida Red" que habían popularizado Bob Wills and The Texas Playboys. Berry también llevaba un tema de blues llamado "Wee Wee Hours".
Efectivamente Leonard Chess no le hizo ni puñetero caso al blues y se quedó hipnotizado por las posibilidades que podría tener aquel hillbilly interpretado por un negro, así que contrató a Chuck Berry.
Por supuesto aquel tema había que pulirlo y Leonard Chess se iba a encargar de ello. Para empezar el tema necesitaba más ritmo, así que bajo y maracas se añadieron al trío de Johnnie Johnson. Por otro lado, aquellos titulillos country como "Ida Red" o "Ida May" le parecieron una paletada, así que optó por cambiarlos. "Maybellene", consecuencia de una casualidad, sería el nombre que ha quedado inmortalizado en la historia del rock. Chess también organizó el cambio de letra. Los chicos blancos, dueños del dinero que compraba los discos, estaban obsesionados por los coches, las carreras y el sexo, así que había que dárselos. "Maybellene" iba a ser un cóctel explosivo de aquellos tres elementos, una rabiosa combinación de corazones rotos y violentas competiciones sobre cuatro ruedas.
Desde el momento en que se inicia "Maybellene" uno se da cuenta de que es un tema distinto a los demás. El rápido riff de apertura de Berry define inmediatamente la actitud del tema y su banda se suma a él rápidamente con un ritmo demoledor, impulsado sin duda por la batería de Jasper Thomas. El bajo de Willie Dixon añade una segunda capa a ese ritmo demoledor, formando junto a Thomas uno de los primeros combos rítmicos de importancia de la historia del rock. El maravilloso piano de Johnnie Johnson queda tal vez un poco escondido tras esa bestial sección rítmica y la guitarra ligeramente distorsionada de Berry. No hay trucos artificiales ni largos pasajes instrumentales en "Maybellene". Es una demostración de arreglos sencillos y simples llenos de fuerza y energía.
"Maybellene" definiría lo que iba a ser la música de Chuck Berry. Ritmos endiablados, guitarras afiladas y letras que retrataban a la juventud estadounidense de los años 50. Definiría además por primera vez una manera de entender los riffs que iba a ser fundamental en la historia del rock de todos los tiempos. Probablemente sin él, el rock existiría, pero de otra manera.
"Wee Wee Hours", el tema al que Leonard Chess menos caso había hecho, era un excelente blues que Berry había compuesto basándose en el "Wee Baby Blue" de Big Joe Turner, uno de aquellos grandes tipos sin los que probablemente el rock and roll no hubiese existido. Un lento y sensual blues en el que destaca por encima de todo el piano del genial Johnnie Johnson.
"Maybellene/Wee Wee Hours" es el primer sencillo de Chuck Berry, fundamental para la definición de rock and roll, clave en la historia del rock, decisiva en la carrera del dios negro. "Maybellene" marca un hito en esa historia, aquella fusión de blues, country, hillbilly y rhythm and blues desembocó en algo parecido al rock and roll, y Berry supo interpretarlo como nadie.



jueves, 6 de diciembre de 2012

BACK STREET CRAWLER - Paul Kossoff, 1973


Tras el "Heartbreaker" de 1973, Free se disolvía. Paul Rodgers y Simon Kirke se integraban en Bad Company mientras que Andy Fraser ya había formado Sharks. Paul Kossoff se quedó sólo y se marcó un álbum absolutamente espectacular llamado "Back Street Crawler".
De  inicio ya nos asombra la portada del disco. Aparece Kossoff con una Stratocaster, algo irónico si tenemos en cuenta que el genio de Hampstead siempre tocó con Gibson. Probablemente se trate de un guiño a Jimi Hendrix, al que conoció cuando trabajaba en Selmer, una tienda de instrumentos musicales de Londres.
Si nos centramos en el contenido de "Back Street Crawler" apreciamos rápidamente que es un reflejo de la habilidad de un guitarrista único. A finales de los años 60 y a comienzos de los 70 la guitarra eléctrica estaba entrando en una nueva dimensión, y el alma de los guitarristas se exponía a través del sonido que estaban creando. Paul Kossoff era uno de aquellos jóvenes guitarristas. Su sonido fue completamente pionero, ayudando a definir la escena del blues rock británico. Considerado uno de los mejores, con el mérito de hacer lo que hizo a tan temprana edad. Cuando Kossoff sale de Free se encontraba en un momento personal adecuado, con su adicción aparcada, disfrutando de poder generar un nuevo sonido basado en el corazón y en el puro disfrute de tocar. Esto queda plasmado de manera cristalina en "Back Street Crawler".
Kossoff se rodea en este álbum de buenísimos músicos, incluidos sus ex compañeros de Free. El bajista Trevor Burton, el batería de Yes, Alan White, el teclista John Bundrick, miembro de Free en "Heratbreaker", el bajista Alan Spencer, el teclista Jean Roussel, Jess Roden, vocalista de Bronco, Tetsu Yamauchi, el bajista que había reemplazado a Andy Fraser en Free, el inmenso guitarrista John Martyn, el bajista de The Jeff Beck Group, Clive Chaman, o el batería Conrad Isidore fueron los músicos que ayudaron a Kossoff en su proyecto.
"Back Street Crawler" es el triunfo de la voluntad, de la voluntad de un Kossoff que aborrecía la intransigencia y la pretenciosa autoindulgencia de algunos de sus contemporaneos. Kossoff ejerce un brutal dominio de si mismo, estructurando sus riffs como si realmente se tratase de una especie de tocata y fuga. Es maravilloso ver como el genio construye sus riffs sobre las bases rítmicas primitivas, casi desnudas, ajustándolos de manera precisa, dotándoles de principio, intermedio y final. Realmente "Back Street Crawler" consta de dos solos extendidos y un par de temas, muy a la manera de otro genio llamado Jeff Beck. En esta ocasión Kossoff utiliza una estructura de construcción serpenteando alrededor del bajo, la batería y el piano, algo similar a lo que hizo Herbie Hancock en el jazz para mantener a su banda bajo una engañosa sensación de control. 
"Back Street Crawler" comienza con "Tuesday Morning", un pedazo tema de diecisiete minutos y medio, absolutamente embriagador, un instrumental de guitarra glorioso. Si, es un corte de apariencia excesiva, pero cuando se termina el cuerpo te pide más, como si realmente no hubiese sido tan largo. Diecisiete minutos de gloria salidos de la guitarra de uno de los guitarristas más emotivos de todos los tiempos. Espectacular jam en clave de La. "I'm Ready" cuenta con la fabulosa participación de Jess Roden. "Time Away" escenifica un brillante dueto de guitarra con John Martyn en una especie de viaje de felicidad psicodélica. "Molten Gold" se podría considerar el último tema grabado por Free, ya que los cuatro miembros originales se juntaron para hacerlo, con un espectacular Paul Rodgers. De dinámica brutal, con un Rodgers trasladándose del susurro al grito que marca los solos de Kossoff. "Back Street Crawler" es un inmenso blues rock que daría nombre a la nueva banda de Kossoff.
Su temprana muerte privó a las grandes audiencias de disfrutar de su talento único, pero "Back Street Crawler" quedó en forma de maravilloso legado musical. La entrada anterior sobre el segundo disco de Free me había abierto el apetito reivindicativo de Paul Kossoff, uno de los mayores talentos que la guitarra eléctrica ha tenido jamás. Si todavía no lo habéis hecho, ahora es el momento, porque en mi opinión "Back Street Crawler" es un auténtico clasicazo del blues rock.