En Octubre de 1991, en los comienzos de aquel extraño momento que viviría el rock de la década, el vocalista y guitarrista Robb Flynn y el bajista Adam Duce formaban en California una banda llamada Machine Head. Flynn venía rebotado de un grupo llamado Vio-Lence, thrashers del área de San Francisco, y pronto reclutaba al guitarrista canadiense Logan Mader y al baterista Tony Constanza. Una demo chapucera grabada en el dormitorio de un colega era suficiente para que los caza talentos de Roadrunner Records firmasen a Machine Head. Poco antes de entrar a grabar el debut de la banda Tony Constanza dejaba el grupo y era reemplazado por un Chris Kontos procedente de Attitude Adjustment. Finalmente Machine Head publicaban en Julio de 1994 su álbum de debut, "Burn My Eyes".
Con "Burn My Eyes" la banda de Flynn creaba algo parecido a una obra maestra de proporciones épicas, fabricando un artefacto distintivo, diverso e inteligente al tiempo que daba un paso adelante en el thrash metal. Un disco increiblemente pegadizo y brutalmente poderoso, pesadez pegadiza y melódica, con gran variedad en su música, desde los riffs aplastantes que funcionan como una trituradora hasta la balada más profunda y oscura. Machine Head mostraban en su debut lo bien que habían comprendido la mezcla de la sutil agresividad vocal con las guitarras afiladas y las baterías aplastantes del thrash metal. Si a todo ello se une la excelente producción de Collin Richardson haciendo especial hincapié en dar el protagonismo necesario a cada instrumento sin soterrar a los demás, el álbum lo tuvo todo para convertirse en ese clásico en el que se convirtió.
"Burn My Eyes" combinó hábilmente numerosas influencias, como Pantera sin ir más lejos, y las fundió en un alucinante brebaje lleno de original brutalidad, ritmos apabullantes, riffs monstruosos y solos descomunales. Variación brutal, sonido general con aplastante sensación de pesadez y demoledor uso del doble bombo que hicieron de "Burn My Eyes" la clase de disco que es, un álbum cuyas letras, cortesía del vocalista Robb Flynn, son grandes protagonistas, detallando los problemas de la sociedad norteamericana de su tiempo con un mensaje ciertamente negativo que, sin embargo, deja algún resquicio para la esperanza. Lírica original y sesuda que sin duda les diferenció de sus contemporáneos y de la legión de bandas que seguirían sus pasos.
El trabajo de guitarra de Logan Mader es otra de las virtudes de "Burn My Eyes" merced a una rapidez y una precisión que recuerdan a las de Jeff Hanneman o a las de Kerry King. La intensidad con la que canta Robb Flynn, mitad Max Calavera, mitad Phil Anselmo, se basa en la convicción con la que cuenta unas letras escritas por él, y por supuesto su guitarra se complementa a la perfección con la de Mader, destilando infinidad de brutales armónicos distorsionados. Y es que Flynn, además de gruñir, sabe cantar como los mejores. Un Adam Duce lleno de pesadez y habilidad en su bajo, fundamental para anclar el sonido de la banda, y un Chris Kontos, reminiscencia de Paul Bostaph en Slayer, absolutamente rápido en su batería, lamentablemente en su único trabajo con Machine Head, conforman un soporte rítmico de quilates para semejante propuesta sonora.
Abre "Burn My Eyes" un tema como "Davidian", iniciado con una explosiva intro de batería hasta que el riff principal se apodera del tema al tiempo que Robb Flynn comienza su estelar interpretación vocal. Los riffs pesados se mantienen soportados por un bajo martilleante y una más que precisa batería que intercalan un estribillo memorable antes de "Old", un trallazo demoledor de estribillo absolutamente pegadizo en el que de nuevo Kontos brilla en la intro de un corte que antecede a "A Thousand Lies", tema en el que el solo de Logan Mader es absolutamente estratosférico, el mejor del álbum sin duda, en este corte lleno de pesadez y de nuevo una batería asombrosa a cargo de Kontos.
"None But My Own" inicia lento de arpegios espeluznantes que casi supone una sorpresa, pero al poco tiempo la velocidad se apodera del tema en una frenética carrera de aroma Slayer, antes de la llegada de un brutal "The Rage to Overcome" y de una sensacional "Death Church", lenta y pesada, de hipnótico riff y una vez más grandes letras. "A Nation on Fire" ofrece letras llenas de inteligencia y voz melódica de Flynn en otro tema de inicio reposado que termina completamente revolucionado.
"Blood for Blood" es un clásico del thrash lleno de riffs impagables por obra y gracia de Flynn y Mader para una pista ultra rápida tras la que "I'm Your God Now" se convierte en una balada profunda y oscura con enormes letras sobre el consumo de drogas, ese poder superior que controla a las personas. "Real Eyes. Realize. Real Lies", la mezcla que pedía el cambio radical para muchos aspectos de la vida y de la política en los Estados Unidos y "Block" es un auténtico himno en el que se sale el doble bombo de Kontos y que sirve para cerrar de modo perfecto un álbum realmente ejemplar.
"Burn My Eyes" es sin duda uno de los mejores debut del metal de todos los tiempos, de los más completos y definitivos, un álbum que sembró la tierra de innumerables bandas bastardas que siguieron su estela. Curiosamente el debut de Machine Head supuso el principio del fin para la banda, y es que se subieron a los vagones del nuevo metal, aunque el "The More Things Change..." de 1997 todavía mantuvo esa intensidad sonora. Desgraciadamente, en la actualidad, Machine Head ya nada tienen que ver con aquella demoledora banda que fueron a mediados de los 90.
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Gran review, Javier. Es el único gusto de Machine Head al que le cogido el gusto: un disco sencillo en su propuesta, con riffs demoledores, un Robb Flynn en estado de gracia, unos arreglos de batería de Chris Kontos que, literalmente, dan miedo, y un Logan Mader que lo petaría, sin duda, en la primera alineación original de Soulfly. Un abrazo. Excelente reseña.
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