Stevie Ray Vaughan dejó el instituto a los 17 años y abandonó su Dallas natal para dirigirse a Austin, la localidad texana donde había más posibilidades de labrarse una carrera musical. El guitarrista y vocalista formaba en 1977 una banda llamada Triple Threat Review, embrión de Double Trouble, junto al bajista Tommy Shannon, el mismo que había tocado con Johnny Winter en Woodstock, y el baterista Chris Layton, miembro de la banda de blues country rock Greezy Wheels, y se ganaba una sólida reputación mediante sus enérgicos y poderosos shows ofrecidos en el atractivo circuito nocturno de Austin y sus alrededores.
Tras cinco años ganando experiencia y consolidándose como una de las más importantes formaciones de blues rock de la escena local texana, Double Trouble no desperdicia la oportunidad que se le presenta en el festival de jazz de Montreux. Allí llaman la atención de, entre otros, el mismísimo David Bowie y un Jackson Browne que les ofrece sin dudarlo su estudio personal de Los Angeles para la grabación de unas demos. Aquellas demos llegaron a oídos de John H. Hammond, un tipo fundamental en las carreras de Aretha Franklin, Bob Dylan o Bruce Springsteen. El trabajo de Double Trouble le satisfizo tanto que se lo hizo escuchar a Greg Geller, el jefe de A&R de Epic Records. Después Stevie Ray Vaughan y Doble Trouble firmaban contrato discográfico.
Los cortes que Vaughan y los suyos habían grabado apenas en tres días como demos en el estudio de Jackson Browne eran tan buenos que Epic los consideró más que suficiente para formar parte del álbum debut de la banda, un trabajo que se publicaba en Junio de 1983 con el nombre de “Texas Flood”, a la postre uno de los mejores artefactos de blues rock de todos los tiempos. A comienzos de los 80 los jóvenes guitarristas del planeta trataban de imitar a Eddie Van Halen, pero Stevie Ray Vaughan se centró en perfeccionar su estilo retro desde el oscuro pasado del blues, iniciando con “Texas Flood” un renacimiento del género que tendría continuidad en el tiempo y que llamaría la atención de muchos aficionados.
“Texas Flood” se grabó casi del todo en directo en el estudio, con los Vaughan, Shannon y Layton interpretando los temas al mismo tiempo, con los mínimos efectos y tomas. Esa sensación de inmediatez se transmite a lo largo y ancho del álbum y le otorga un poderoso y enérgico halo que la producción de la propia banda y del ingeniero Richard Mullen se encargó de magnificar. El debut de Stevie Ray Vaughan y Double Trouble es un auténtico festín para los oídos que recorre caminos que van desde el auténtico blues de tugurio hasta el rock and roll más cañero de aroma Chuck Berry pasando por delicados y ensoñadores cortes instrumentales. Un viaje de maestría musical y fluidos estilos de blues que dejan con la imperiosa necesidad de escuchar más.
“Texas Flood” es brutal blues de guitarra texano tocado por un hombre y una banda que se habían curtido en los más duros y exigentes escenarios de Texas. El verdadero testamento de como debería sonar el blues rock con pelotas, en el que cada nota resuena con su enérgica emoción. Los diez cortes que componen “Texas Flood” tienen la duración adecuada, el trabajo de guitarra es conciso y el tono está lleno de consistencia, con una estructura cercana al tradicional 12 bar blues y con muchos de los solos limitados a 24. Todo ello muestra del inimitable e ilimitado talento de Stevie Ray Vaughan, el verdadero protagonista del álbum.
El hombre que salvó al blues demuestra en “Texas Flood” por qué a día de hoy sigue siendo considerado como uno de los más grandes guitarristas de todos los tiempos. Un tipo que podía tocar su vieja Stratocaster con varias cuerdas rotas y una borrachera monumental y seguir teniendo aún más feeling, corazón y alma que la inmensa mayoría de guitarristas en la plenitud de sus facultades. Bajo las alas de Albert King, Jimi Hendrix o Buddy Guy, pero con un estilo propio lleno de personalidad, Stevie Ray Vaughan desenfunda en “Texas Flood” todo su repertorio lleno de intensidad, velocidad, tono, riffs y humeantes ganchos y solos que todavía no han sido superados. El talento, la pasión y el poder puestos al servicio del blues, recordando, a quien quisiera captarlo, quienes somos y de dónde venimos. Por si todo esto fuera poco, la voz del genio es además perfecta para cantar el blues. Ni mejor, ni peor, simplemente la adecuada.
Por supuesto la labor del bajo de Tommy Shannon y la batería de Chris Layton queda en cierto modo soterrada por la magnitud del trabajo de Stevie Ray Vaughan, pero su contribución en “Texas Flood” se antoja fundamental en el resultado final del álbum. Perfecto soporte rítmico, y conocedores de las dimensiones de su líder, pero con su misma pasión y energía, conductores increíbles de la esencia del blues, algo no siempre factible.
El poderoso rock and roll de línea Chuck Berry abre “Texas Flood” con “Love Struck Baby”, tema original del guitarrista en el que se comienza a observar que no está hecho de la misma pasta que el resto de mortales. “Pride And Joy”, tema propio también, deja algunas muestras del mejor y más cañero blues de guitarras en el más puro estilo B.B. King.
Después “Texas Flood”, el clásico de Larry Davis y Joseph Wade Scott, uno de los mejores y más memorables momentos del álbum. Una lenta jam de blues en el que la genial voz de Stevie Ray Vaughan se mezcla con solos verdaderamente trepanantes. Blues lento y explosivo con uno de los mejores y más impactantes solos de la carrera del de Dallas.
El blues de medio tiempo de “Tell Me”, tema de Howlin’ Wolf”, mantiene el poder y energía del trío, cediendo el testigo al “Testify” de los Isley Brothers, una brutal y mágica interpretación de Stevie Ray Vaughan en la que de manera veloz y relampagueante ataca su guitarra con el único objetivo del blues entre sus dedos.
Llega “Rude Mood”, una instrumental en formato obra maestra en el que es sensato preguntarse si Stevie Ray Vaughan tenía diez dedos en su mano izquierda. Da miedo, como el “Mary Had A Little Lamb” de Buddy Guy o como convertir algo tranquilo en el milagro de tres acordes que fue Double Trouble.
Quedan tres temas y la intensidad se mantiene con “Dirty Pool”, un lento y relajado blues en formato instrumental tras el que el “I’m Cryin’” del propio Vaughan recorre los terrenos ya explorados en “Pride And Joy”. “Lenny”, blues instrumental y atmosférico de estilo jazzy, escrito para su mujer, cierra el álbum de la mejor y más delicada manera posible.
Seguramente la mayoría de las palabras son incapaces de definir, o al menos aproximarse, al significado del “Texas Flood” y de su protagonista, el inmenso Stevie Ray Vaughan, pero sirven al menos para recordar a uno de los más grandes y a un álbum de debut que sigue igual de fresco que el primer día, transmitiendo la misma potencia, fuerza e intensidad desde las mágicas cuerdas de un genio de la guitarra. Esto es blues.
Entrada publicada el 10 de Septiembre de 2013 en el ZEPPELIN ROCK SABBATH de @FRAILAS
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Disco mítico, uno de mis blueseros favoritos.
ResponderEliminarMuy buena entrada man