"Billy Idol", el álbum debut de Billy Idol en solitario, publicado en 1982, había dejado muestras contundentes de la propuesta sonora de su autor merced a temazos como "White Wedding" o "Hot In The City". Tras su paso setentero por los Generation X, aquella banda punk de éxito moderado, Idol se disponía a abrazar la gloria a su manera. Su extravagancia, su fotogenia y su chulería macarra estaban destinadas a convertirle en icono de los exagerados años 80. "Billy Idol" se convertía en éxito inmediato y en clásico de su década, pero lo mejor estaba por llegar, y es que Idol iba a publicar en 1983 un artefacto llamado "Rebel Yell".
La variedad de ritmos y estilos en "Rebel Yell" es asombrosa, y sin duda alguna es aspecto fundamental a la hora de categorizarlo. Punk, disco, new wave y hard rock puestos todos al servicio de Idol y tirando en la misma dirección. "Rebel Yell" es probablemente el mejor disco de la carrera de Idol, todavía con Keith Forsey a los mandos de la producción y con Steve Stevens bordando el trabajo de guitarra. La composición, los arreglos, la ferocidad y la interpretación de los nueve temas que compusieron el álbum están en la cima, sin duda, de la trayectoria de Idol.
Mientras "Billy Idol" había mostrado una continuidad en aquel punk comercial de los Generation X, cargado de guitarras, eso si, "Rebel Yell" trajo ruido y furia cargados de significado y colocó a Idol en la cima comercial de los 80 merced a esos sintetizadores, a sus voces, a sus cortes llenos de melodías pegadizas y a la brutal guitarra de Steve Stevens. Difícil resulta encasillar "Rebel Yell", precisamente por esa confluencia de estilos y esa variedad que mezclaba metal con punk cargados de sensibilidad melódica que lo convirtieron en lo que es hoy en día siendo el espaldarazo definitivo a la carrera de Idol.
Billy Idol se encuentra en su mejor momento, tanto a nivel compositivo como a nivel interpretativo, impecable con sus canturreos barítonos y con esos gritos y gruñidos capaces de helar la sangre, al tiempo que proporciona una sensualidad inconfundible sea cual sea el tema que aborden sus letras cargadas de significado. El bajo de Sal Cuevas y el de Steve Webster, los teclados de Judi Dozier y Jack Waldman o las baterías de Thommy Price y Gregg Gerson se aliaron conformando un cuadrofónico combo de ritmo que soporto con sutileza y dinamismo las vicisitudes compositivas e interpretativas de Billy Idol y su guitarrista Steve Stevens.
El trabajo de guitarra de Steve Stevens en "Rebel Yell" es de categoría superior, amo y señor del sonido de Idol, apañándoselas para hacer que su guitarra brillara por encima de todo en el extraño mundo los sintetizadores. Un tipo cuya importancia atestigua la mediocridad de los trabajos de Idol una vez que el guitarrista salió de la banda. En "Rebel Yell" Stevens colaboró en la composición de la mayoría de temas, algo que no sucedía en el "Billy Idol" de 1982, así que su papel en la carrera de su líder era cada vez más determinante. Uno de esos héroes de la guitarra con una innata capacidad para borrar los límites entre la guitarra líder y la guitarra rítmica
"Rebel Yell" abre el disco atrapando al oyente con esa intro dramática de sintetizador que torna en infeccioso hard rock de discoteca para narrar las virtudes de la vida nocturna con un fantástico solo de guitarra de Steve Stevens y un abrupto final. Después "Daytime Drama" es un buen medio tiempo de guitarras con buenas dosis de sintetizador y "Eyes Without a Face" muestra una suave y maravillosa línea de bajo de Sal Cuevas y unos coros deliciosos de Perri Lister, novia de Idol, para una fabulosa balada cuya sección extendida del puente deja grandes guitarras y mejores letras a cargo de un tipo que realmente parece haber vivido el inframundo que describe.
"Blue Highway" muestra la fascinación de Idol por la carretera y sus peligros y contiene un estratosférico solo de Stevens y "Flesh for Fantasy" es rock elegante y sexual con una portentosa guitarra, por supuesto a cargo de Steve Stevens, verdadero artífice del sonido de Billy Idol, esta vez irresistiblemente funky y lujurioso, al tiempo que "Catch My Fall" es un corte lleno de sofistificación que abre con una intro perfectamente texturizada y en el que destaca el saxo de Mars Williams para un alegato del amor fraternal y "Crank Call" podría ser la única pista de relleno en el álbum, aunque al menos garantiza la diversión.
"(Do Not) Stand in the Shadows" trae el sonido punk rock en su mejor momento, esta vez lleno de energía positiva cargada de motivación y rebeldía y "The Dead Next Door" es una joya etérea, simple pero llena de potencia que cierra el álbum en el más puro estilo Billy Idol, poniendo broche de oro a un trabajo pleno y consistente.
Es posible que "Rebel Yell", fuese el álbum que algunos grandes grupos quisieron hacer en los 80 pero o no se atrevieron o no tuvieron la suficiente capacidad. Billy Idol pudo con todo, y se marcó este artefacto de rock pseudo moderno y espacial, y lo hizo por supuesto con la encomiable ayuda de Steve Stevens, ese maravilloso guitarrista.
Un incompendido millonario. Grandisimo disco
ResponderEliminarEstamos de acuerdo Bernardo. La masa más dura lo defenestró, pero el álbum es fabuloso.
EliminarAbrazos desde la cueva.