Se presentaba confusa la tarde del Sábado para un servidor. Partido en el Vicente Calderón persiguiendo ese utópico sueño de arrebatar la Liga a los vecinos o presentación en el Foro del nuevo disco de Sôber. Curiosamente ambos eventos tenían lugar en apenas un radio de un kilómetro, y además daban inicio con una hora de separación. La verdad no tuve que pensar demasiado. A mi equipo lo veo casi todos los días que juega de local, y a una banda como Sôber, también de local en La Riviera, no se la ve tan a menudo, así que el 15 de Marzo sería un Sábado sin fútbol. Pasado el tiempo me alegra tomar la decisión que tomé, y es que Sôber reventó.
La Riviera estaba llena, algo previsible al trasladarse el evento desde la Sala But, y es que la banda madrileña es de las pocas capaces de concentrar a una inmensa legión de seguidores, sobre todo por las ganas que había de verles y por escuchar en vivo como sonaban los temas de su excelente "Letargo", su último artefacto de estudio. La llegada al local en un Pontiac Firebird de color negro escoltado por unos treinta moteros comenzaba a empapar el ambiente de sensación de noche grande, de épica y del metal lleno de talento y pelotas a los que Sôber nos tiene acostumbrados.
Ante una mezcla de jóvenes, cuarentones, mujeres y hombres, y es que 20 años de carrera dan para acumular todo tipo de seguidores, Sôber despertaba a la noche madrileña al abrumador ritmo de "Sombras" y "La Araña". La química entre los cuatro es digna de elogio, un elemento que les convierte en una apisonadora de riffs y de ritmo que edifica sin dificultades ese aguerrido muro de sonido que se ha establecido como una de las virtudes marca de la casa. La voz de Carlos Escobedo, mejor cada día que pasa, responde sin fisuras ante la magnitud del evento y Manu Reyes se reafirma en un puesto que le viene como anillo al dedo.
Aparece "Eternidad", el temazo del "Paradÿsso" de 2002 y las voces de uno de los públicos más fieles con los que puede contar una banda en este país hacen retumbar la sala. Los riffs descomunales, mejores incluso en directo, de Jorge Escobedo y Antonio Bernardini, como he dicho alguna vez dos de los mejores fabricantes de riffs de la actualidad, se suceden al ritmo que marcan "Diez Años", "Letargo", "Paradysso", "Prisión Del Placer", "Blancanieve", "Encadenado", "Cubos" y "Arrepentido". Los guitarristas no fallan ni una nota mientras se comunican con su público. Dos maneras de entender esa comunicación con un mismo fin. Jorge vibra y emociona, Antonio transmite y dignifica y además cuenta con una de las poses más auténticas que he visto a un guitarrista.
Carlos se marca un espectacular acústico de "Naufrago" en el que su voz se eleva por encima de todo y la sala explota al ritmo demencial de "Insecto", uno de los mejores cortes de su reciente "Letargo". Le sigue "La Nube", del "Reddo", el disco del 2004 tras el que la banda entraría en modo paréntesis y un "Sin Perdón" con el Duo Kie del que prefiero no hacer ningún comentario. Afortunadamente Sôber recuperó el pulso merced a un tremendo y apoteósico "Tic Tac" y a un demoledor "Loco", el clásico obligatorio del "Morfología" del 99, que puso a la sala patas arriba.
Sôber ha alcanzado tras los años una madurez y una profesionalidad que se pueden realmente acariciar en un concierto como el del sábado en La Riviera. No sólo es la técnica y el talento de sus miembros, no sólo la composición de sus temas, no sólo lanzar un fabuloso álbum como "Letargo", no sólo la brillante producción de ese tipo llamado Alberto Seara, es una presentación, un escenario, una luces, unas pantallas, un cuidar los detalles y un equipo que hacen que todo ruede a la perfección, convirtiendo el show de Sôber en algo que muchas bandas internacionales de nombre deberían envidiar.
Casi veinte años de carrera dan para mucho, y a Sôber le ha dado para consolidarse como una de las bandas más firmes y potentes de este país, algo que tuvo plena confirmación la noche de este pasado Sábado en La Riviera. No ha sido gratis, y el precio elevado en muchas ocasiones, pero la perseverancia y el talento tienen justa recompensa, y Sôber está en la cima cuando muchos les daban por muertos. Dicho todo esto se ha de resaltar la absoluta entrega de cuatro músicos que adoran su trabajo. Bernardini, los Escobedo y Reyes lo dieron todo en su show de Madrid, y eso da como resultado la admiración de todo su público y el enganche de nuevos fieles que les llevarán en volandas en una carrera que se antoja larga, sin olvidar la cercanía de unos tipos amables y accesibles. Una gozada de noche.
No olvidéis pasar por LA BANDA QUE NUNCA EXISTIÓ para dejar vuestra lista de esa posible mejor banda de la historia del rock, en formato comentario o mediante MD a @BlueMonday1971.
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