La década de los 80, desde mediados fundamentalmente, catalogó a cualquier banda cuyos miembros llevasen el pelo cardado y se maquillasen como eso que se dio en llamar glam o hair metal. Muchos de aquellos grupos abrazaron sin contemplaciones el recién estrenado cliché e hicieron fortuna en apenas unos años. Ni todos fueron malos, como se ha tratado de estigmatizar, ni todos encajaron musicalmente en lo que algunos, cuyos nombres obviaremos para no herir sensibilidades, propusieron. Bandas como Cinderella, Tesla o la que hoy nos ocupa, Great White, fueron más allá merced a su concepción clásica del hard rock y un talento instrumental fuera de toda duda.
La historia de Great White comienza en Los Angeles en 1977 cuando el vocalista Jack Russell y el guitarrista Mark Kendall decidieron formar una banda a la que primero llamaron Highway y luego Livewire. El clásico recorrido por todos los antros nocturnos de la escena del rock angelino lograba posicionarlos cuando en 1979 Russell era condenado a 8 años de prisión por un robo en el que hubo disparos. Mark Kendall continuaría su camino y se embarcaba en un proyecto llamado Dante Fox junto a la vocalista Lisa Baker. Sólo 18 meses después Russell era puesto en libertad y él y Kendall retomaban su banda y se hacían con los sevicios de Alan Niven como manager además de elegir Great White como nombre definitivo.
Junto al baterista Gary Holland y el bajista Lorne Black la banda lanza un EP en 1982 llamado "Out Of The Night" para el sello independiente propiedad de un Niven que pone todo su empeño en que sus muchachos suenen por la mayoría de emisoras de radio posibles. La maniobra da resultado y Great White firma por EMI publicando "Great White", su álbum debut, en 1983. El artefacto les abre puertas y giran como teloneros de bandas consagradas como Whitesnake o Judas Priest antes de que Holland abandonase el grupo y fuese reemplazado por Audie Desbrow.
La nueva formación fichaba con Capitol Records y colocaba "Shot In The Dark" en 1986, álbum en el que el teclista y guitarrista Michael Lardie había colaborado como músico de sesión. Lardie se incorporaba como miembro de pleno derecho de Great White uniéndose a la grabación del fabuloso "Once Bitten...", el artefacto que les colocó entre la elite tras su publicación en 1987 gracias entre otros a temazos como "Rock Me" o "Save Your Love". Pero el nuevo álbum suponía también el adiós de Lorne Black a Great White, dejando vacante el bajo de una banda que lo reemplazaría con Tony Montana.
En Abril de 1989 Great White publicaba "...Twice Shy" con la excelente producción ochentera de Alan Niven y el propio Michael Lardie. Este álbum y su predecesor, "Once Bitten...", se consolidarían por méritos propios como algunos de los mejores artefactos del hard rock de finales de la década de los 80, y es que los componentes de Great White sabían escribir e interpretar música de quilates, contrariamente a lo que se hubiese esperado de una banda a la que se encasilló, sin saber muy bien porqué, entre el vilipendiado hair metal.
Great White no ornamentó demasiado su sonido al tiempo que creaba una enérgica y pasional mezcla de hard rock y blues más cercano al aroma que se respiraba en los 70 que a la música que copaba las listas en aquellos momentos. Una música potente de ascendencia bluesy en la que los riffs y los largos solos de guitarra propulsados por Mark Kendall y el piano de tugurio de Michael Lardie iban a ser fundamentales a la hora de fusionar energía y melodía para que funcionase la propuesta cuando menos arriesgada de su banda.
Aún conservando ese característico sonido bluesy Great White elevó la dosis de hard rock en "...Twice Shy" en comparación con las grabaciones precedentes, fabricando un adictivo sonido que les diferenció de sus contemporáneos. Original, accesible y los suficientemente consistente y melódico como para no caer en la comercialidad mal entendida en la que cayeron muchos de sus coetáneos. "...Twice Shy" es por tanto una estupenda combinación de limpios temas de hard rock y sonidos bluesy con clásicas baladas, en la que la composición brilla y les permite alejarse de aquello que marcó el estilo en el que se les encapsuló.
Voces, riffs, soporte rítmico y teclados que mostraron dentro de una sorprendente madurez que los miembros de Great White no sólo sabían tocar, es que además lo hacían muy bien. El trabajo de guitarra de Mark Kendall está a un nivel superior durante todo el álbum, al tiempo que Michael Lardie proporciona ambiente y atmósfera gracias a su fabulosa mano izquierda. La voz de Jack Russell se confirmaba en "...Twice Shy" como una de las mejores de su época, y la labor de Montana y Desbrow en el soporte combinó potencia y sutileza con igual facilidad.
Abre "...Twice Shy" con las explosivas guitarras de "Move It" y "Heart The Hunter", guitarras que salpican de blues los riffs que las envuelven y que preparan sin remisión para un álbum que transita luego por la pasión del excelente "Hiway Nights" con fabuloso trabajo del bajo de Montana antes de llegar a esa inmensa balada que es "The Angel Song", un tema en la que Jack Russell se traslada vocalmente a lo mejor de la década de los 70 y en el que el piano de Lardie añade sabrosas dosis de melancolía. Un tema en el que la banda al completo se las apaña para no caer en lo cursi y en lo manido.
El ritmo imparable y el poderoso hard rock de "Mista Bone" lo convierten en uno de los temas más memorables de "...Twice Shy" impulsado por unas letras que combinan amor y sexo en la misma proporción. Pasión y energía que continúan con la incendiaria "Baby's On Fire" y que tienen su mejor representación en "House Of Broken Love", el mejor tema del álbum y por supuesto el más bluesy. La brutal intro de guitarra de Kendall precede a unas melancólicas letras que encajan a la perfección en el sentimiento blues del tema.
Luego la triste balada en formato folk blues que es "She Only" con guitarras acústicas y elegantes voces de Russell, y el trepidante final que supuso "Once Bitten, Twice Shy", el cover del tema de Ian Hunter que definiría de por vida a la banda. Great White lo hizo absolutamente propio merced al brutal piano honky tonk de Michael Lardie y a un inmenso estribillo que acompañó de manera muy pegadiza esta historia sobre la vida de un músico.
Después llegarían los 90 y el desierto que tuvieron que atravesar la inmensa mayoría de las bandas que hicieron hard rock en los 80, pero este "...Twice Shy" y su predecesor "Once Bitten..." merecen por derecho propio un huequecito en la poblada historia de su década, por pasión, por energía y por calidad y talento. Pero esto es el rock, y lo que a mi me parece significativo a ti no tiene porqué parecértelo.
No olvidéis pasar por LA BANDA QUE NUNCA EXISTIÓ para dejar vuestra lista de esa posible mejor banda de la historia del rock, en formato comentario o mediante MD a @BlueMonday1971.
Voy a escucharlo enterito. Estupenda entrada.
ResponderEliminarMil gracias King. A disfrutarlo.
EliminarAbrazos.
Joder, cómo me gusta este disco y qué bien comentado. Lo tenía en casete y ahora tan solo en digital. Lo tengo que conseguir en vinilo pero ya. Con él descubrí a Great White, banda infravalorada donde las haya. Un saludo. Por cierto, la continuación de este, Hooked, es muy, muy recomendable también.
ResponderEliminarGracias Rocks. Es uno de mis discos de cabecera de los 80, aunque hay gente que no entiende el porqué. Joder, sólo hay que escucharlo. Y si, tienes razón, la trilogía que forman "Once Bitten...", "...Twice Shy" y "Hooked" es fantástica.
EliminarAbrazos.