Todo, absolutamente todo, lo que los Wild Feathers habían mostrado en su homónimo álbum de debut publicado el pasado año, para esta casa uno de los mejores de 2013, quedó confirmado durante la hora y media en la que los norteamericanos estuvieron subidos a las tablas de la Sala Caracol de Madrid. Un recinto que casi llenó un aforo que se mostró frío al principio, como expectante ante lo que podían ofrecer esos chavales de los que tanto y tan bien se había hablado, pero que se fue calentando a medida que los Wild Feathers iban desgranando su repertorio.
La banda se presentó ante el público madrileño despojada por completo de cualquier tipo de artificios. Cinco músicos llenos de talento armados únicamente de sus voces y de sus instrumentos y cuya disposición en el escenario huyó de protagonismos innecesarios para otorgárselos al grupo en su totalidad. Con la única y lógica excepción de un enorme Ben Dumas y su batería de juguete, las voces, guitarras y bajo se situaron al frente en una nueva muestra de cohesión interna y huida de egos desmedidos. Ricky Young y su acústica, Joel King y su precioso bajo, y Taylor Burns y Preston Wimberly con sus eléctricas iban a mostrar porqué ahora mismo son una de las bandas de las que más se va a hablar en los próximos años.
Abrían los Wild Feathers con dos trallazos que beben directamente de la tradición más clásica del rock de su país. "Hard Wind" y "Backwoods Company" mostraban ya desde el principio la perfección instrumental y vocal de una banda perfectamente ensamblada en la que comenzaba a dar muestras de su genio el bajista Joel King, un virtuoso de las cuatro cuerdas al que por supuesto acompañaba una voz a la altura. Siguen con "If You Don't Love Me" en una preciosa interpretación en la que las armonías vocales vuelven a dar la sensación de que se está ante algo grande. No hay teclados como en el estudio, pero los sutiles efectos creados por la guitarra de Wimberly ocultan su ausencia.
Taylor Burns ejerce de portavoz, y Ricky Young lleva en cierto modo la batuta de la banda, algo que se hace evidente cuando "I Can Have You" y su apretada fusión funk southern rock, y "Got It Wrong" ofrecen esa perfecta interacción entre acústica y eléctricas que ayudadas por la maravillosa acústica de la Sala Caracol sonaron limpias y pulidas durante todo el show. Aparece "Hard Times" y sus armonías vocales que son ya marca de la casa para Young, King y Burns y que escoltan el tema en maravilloso rock de tugurio al que sólo le faltó el piano honky tonk.
Después el primer tributo de la noche se lo llevó Tom Petty, y es que los Wild Feathers recrearon con toda su personalidad el "Listen To Her Heart" del rubio maestro. Un tema que sirvió para emocionar a la sala antes de una maravillosa interpretación de "Left My Woman" en la que Young pidió la participación de un público aún no muy ducho en la música y en las letras del grupo. Emocionante y evocador rock del sur en el que brillaron el trío vocal y la magnífica mano izquierda de un inspirado Preston Wimberly, autor de excelentes solos en los que se permitió el lujo de no fallar ni una sola nota.
"Happy Again", un nuevo tema empapado de sonido clásico e improvisación aumentaba la esperanza de que el próximo artefacto de los Wild Feathers mantenga el nivel. Después "I'm Alive" y su sonido sesentero de maravilloso estribillo y "Tall Boots" y sus de nuevo brillantes armonías vocales con un Ricky Young inspiradísimo con la acústica. "How" y "The Ceiling", dos de los temazos del debut, cierran la primera parte del concierto al ritmo que marcan el fabuloso bajo de King y la reducida pero potente batería de un animadísimo Dumas.
Un par de cervezas después los Wild Feathers se subían de nuevo al escenario de la Caracol para ofrecer una versión acelerada de su "American", un tema que resume a la perfección lo que es y lo que persigue la banda musicalmente hablando. La noche iba a terminar de manera memorable con dos nuevos tributos a quienes más han inspirado al grupo. "Hey Hey What Can I Do" de Led Zeppelin y "The Weight" de The Band, interpretados al modo Wild Feathers, dejaban un excepcional sabor de boca a un público que finalmente interactuaba con la banda.
En definitiva una magnífica noche en la Caracol de Madrid de una de las bandas con más futuro y talento en eso que se dio en llamar americana y que no es sino un compendio de toda la música popular estadounidense. Los Wild Feathers derrocharon un sonido impecable, pasión, energía, talento e improvisación, y además se divirtieron en su primera actuación en nuestro país, algo que esperemos se repita ya en varias localidades cuando publiquen su próximo álbum de estudio. ¿Hablaremos de este concierto dentro de 20 año? El tiempo lo dirá.
Fotos de @EnriqueCezar
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Joder que envidia mas grande, uno de los discos de 2013...bueno yo ayer estuve en Vitoria viendo a John Paul Keith que tambien grabo otro de los discarracos del año pasado, me conformare
ResponderEliminarSalud.
Encima no te quejes Addi, jajajaja. La verdad es que salí encantado, deseando que publiquen su segundo disco, aunque no se cuanto tendremos que esperar.
EliminarAbrazos.
¡Qué pena haberme perdido este concierto! El disco es una pasada y, si no se tuercen o se lían a experimentar como otros antes, pueden ser una banda muy grande.
ResponderEliminarSabes Rocks, comentábamos tras salir del concierto que estos tíos hace 25 años la habrían liado muy gorda, pero ahora es más complicado. Veremos en que queda todo, pero a mi me han calado hondo.
EliminarAbrazos.