La música de The Groundhogs había bebido desde sus inicios en 1962 en Londres de grandes como Sonny Boy Williamson, Jimmy Reed, Little Walter o John Lee Hooker, conscientes de la explosión del blues en Inglaterra en la primera mitad de la década de los 60. Pero todo cambiaba a una velocidad endiablada en aquellos años, y el superdotado Tony McPhee, la cabeza pensante del grupo, advirtió que el público comenzaba a perder interés en el blues, y el premonitorio "Blues Obituary" que publicaban en 1969 marcaba el fin de una época. Los Groundhogs iban a continuar con aquellas construcciones de blues alterado, pero los temas a partir de ese momento se iba a endurecer.