Era 1975 y una chica de Londres,
de padre británico y madre italiana, era la elegida para convertirse en la
guitarrista de The Runaways, la banda de tías que Kim Fowley estaba tratando de
montar. Era Lita Ford, y por aquel entonces contaba tan sólo con 16 años. Lita se había trasladado a Los
Angeles cuando tenía 4 años y a los 11 había comenzado a tocar la guitarra
tratando de emular a su ídolo, el excelso guitarrista Ritchie Blackmore. Un
talento innato que en pocos años iba a convertir su distintiva manera de tocar
la guitarra en parte integral del sonido de The Runaways, la banda de Cherrie
Currie, Joan Jett, Jackie Fox y Sandy West.