lunes, 4 de noviembre de 2013

INFERNO - Motörhead, 2004


El "Hammered" que Motörhead había publicado en 2002 había supuesto una decepción. Temas ralentizados y una ausencia del clásico instinto asesino de la banda que lógicamente no pasaron desapercibidos. Algo similar sucedió con el "We Are Motörhead" en el 2000 o con el "Snake Bite Love" de 1998, así que la salida y entrada de la banda de Lemmy Kilmister en el nuevo siglo no fue precisamente gloriosa.


En Junio de 2004 Motörhead publicaba el que iba a ser su decimoséptimo álbum de estudio bajo el nombre de "Inferno". Las dudas lógicas ante un nuevo artefacto de los de Lemmy ensombrecían el nuevo lanzamiento, sin embargo pronto se comprobaría que Motörhead por fin había pulsado la tecla correcta tras una década que podría encontrar su resumen en los dientes de una sierra.

Cameron Webb fue el nuevo productor que Lemmy utilizó para recuperar su vieja esencia. A él se le debe atribuir sin duda un porcentaje elevadísimo del resultado final de "Inferno", ya que fue el tipo que consiguió sacar de la rutina a la banda y logró un endurecimiento aún mayor sobre todo al compararlo con esfuerzos precedentes. Webb articuló una producción agradable y discreta que permitió a Lemmy brillar en las voces como hacía mucho tiempo, una producción limpia y clara que definió a Motörhead como un demoledor power trio.


"Inferno" es una auténtica patada en las pelotas, un esfuerzo poderoso que se convirtió sin embargo en uno de los álbumes más complejos de la historia de Motörhead. La banda nunca necesitó virtuosismo y complejidad, y se dedicó durante años a facturar rock descarnado, pero en "Inferno" fusionó ambo aspectos y el resultado fue asombroso.

Un trabajo inspirado, brutal y honesto en el que aunque pueda parecer más de lo mismo el resultado es diferente, sobre todo por ese toque melódico que la banda ha añadido en según que momentos y que eleva la categoría de ese rock simple y sumamente adictivo al que estábamos acostumbrados y al que por supuesto no renuncia este fragante artefacto de ritmo enfurecido.

En cualquier caso Motörhead no abandona esos temas repetitivos, de único riff que martillea a lo largo de toda la pieza únicamente roto por algún solo. Riffs carnosos, rápidos y tremendamente adictivos y solos magníficos que vuelven a dejar sin aliento al que escucha en un demoledor ejercicio de poderío que se desgrana sin remisión a lo largo y ancho de los doce temas de "Inferno".


Lemmy Kilmister utiliza sus estándares de siempre. Muerte, sexo, desesperación o licantropía, todos imbuidos del mismo tempo y sin sorpresas destacables o trucos efectistas, sólo rock and roll simple y directo lleno de consistencia y calidad. Su voz y sus letras son bruscas una vez más, pero recuperan ese atractivo sórdido que le ha convertido en leyenda.

El trabajo de guitarra de Phil Campbell es en esta ocasión brutal merced a riffs asesinos y algunos solos de gran nivel. La batería de Mikkey Dee es tan brillante como siempre y el bajo de Lemmy vuelve a funcionar como un rodillo, elementos suficientes como para garantizar el resultado de "Inferno". El añadido de Steve Vai en un par de temas no rompe la densidad de las guitarras, y el virtuoso se somete al dictado de la banda y se torna sucio y desgarrado.

"Inferno" abre de modo abrasador con "Terminal Show", un tema que es pura adrenalina transportado por un rapídismo riff principal de propulsión además de contar con un solo salvaje de un inspiradísimo Steve Vai. Después "Killers" se convierte en un nuevo trallazo del que sólo Lemmy podía tirar sin temor a que sonase repetitivo o deshonesto. Absolutamente intenso.


"In The Name Of Tragedy" ofrece una airada protesta conducida por un tremendo riff apabullante y contagioso antes de que "Suicide" desemboque con sus riffs carnosos y estribillos a capas en lo más cercano que Motörhead ha estado jamás de unas armonías. A continuación los repetitivos licks bluesy de la excelente "Life's A Bitch".

"Down On Me" desgrana un riff principal de subidas y bajadas culminado por dos angustiosos solos en un fabuloso duelo entre Phil Campbell y Steve Vai. "In The Black" ofrece de nuevo un contundente riff y dos solos trepanadores en una demoledora perorata tras la que aparece el riff pesado de apertura de "Fight" que se convierte en veloz resoplido a la orden de Lemmy.

La apocalípitca "In The Year Of The Wolf" muestra un carácter intenso y sombrío lleno de calidad que se ralentiza con "Keys To The Kingdom", un tema en el que Lemmy de nuevo brilla en las voces. Después emergen los Motörhead más malignos e inteligentes de los últimos tiempos con la genial "Smiling Like A Killer".

El álbum finaliza en en el formato blues de "Whorehouse Blues", un temazo impropio de Motörhead fabricado para encontrar un acogedor acomodo en el Top Ten de la banda. Blues acústico y cachondo con un crecido Lemmy Kilmister a la armónica y con un inmenso Phil Campbell con la guitarra acústica.

"Inferno" es sin duda Motörhead en estado puro, algo más ¿melódicos?, algo más ¿complejos?, algo más ¿evolucionados?, tal vez, pero sin renunciar a una esencia, un espíritu y una actitud que a lo largo de las décadas les convirtió por méritos propios en una de las bandas más duras y honestas del panorama rockero mundial. Y seguramente, ahora en 2013, lo han vuelto a hacer.


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