miércoles, 23 de abril de 2014

SILVER RAILS - Jack Bruce, 2014. Crítica del álbum. Review. Reseña.


Hablar de Jack Bruce es hacerlo de una auténtica leyenda, de un tipo que se convirtió en uno de los motores del rock de finales de los 60 como principal compositor y vocalista de Cream, el power trio que finalmente explotaba en medio de tensiones de difícil solución. Pero en Cream no acaba la carrera de un hombre forjado en los Blues Incorporated de Alexis Korner y en la Graham Bond Organisation antes de dar el salto a los Bluesbreakers de John Mayall. Después de Cream el bajista se ha dedicado a tocar todos los palos establecidos, ya sea con impagables colaboraciones o con 13 álbumes de estudio en los que el jazz, uno de sus amores, tuvo siempre un papel destacado. 


"Silver Rails" es el primer álbum de estudio de Jack Bruce desde aquel "More Jack Than God" que  publicase en 2003 y que ya revelase algunos vértices de su personalidad creativa. Bruce ha sufrido un poderoso handicap a lo largo de su carrera, y es que siempre se han juzgado sus álbumes como si fueran algo más de Cream, una situación totalmente injusta para un hombre que sigue componiendo e interpretando música a sus 70 años. Ahora, en "Silver Rails", Jack Bruce aparca momentáneamente el jazz que tanto ama para retomar los principios fundamentales del rhuythm and blues británico, del blues de sus inicios y del rock en estado puro sin adulterar.


Bruce ha grabado el álbum en los estudios Abbey Road de Londres con el productor Rob Cass, cuyo papel ha sido magnífico, y se ha rodeado de una impresionante legión de músicos de entre los que destacan el teclista de jazz John Medeski, la baterista Cindy Blackman, si, la que trabajó con Lenny Kravitz y se casó con Santana, Malcolm Bruce, hijo de Jack, o los guitarristas Phil Manzanera, de Roxy Music, Robin Trower, de Procol Harum e implicado en numerosos proyectos con Bruce, Bernie Marsden, de UFO y Whitesnake entre otros, y Uli Jon Roth, de Scorpions, guitarristas de increíble nivel que no busca su lucimiento personal sino el éxito del proyecto de Jack Bruce.

Jack Bruce ha compuesto los temas junto a viejos colaboradores como Pete Brown y Kip Hanrahan además de con su mujer Margrit Seyffer. El álbum fluye maravillosamente y los temas se funden unos con otros de manera brillante e inteligente. Letras perspicaces y musicalidad sólida de un músico que conserva intacto su instinto para el fraseo lírico y musical. Variedad musical y estilística que recuerdan aquel "Songs For A Taylor" que Bruce colocase allá por 1969. Sonidos familiares frente a otros más nuevos e intrigantes que no suponen ni un regreso a sus raíces con Cream ni a sus últimos trabajos con Spectrum Road. Bruce tiene el suficiente crédito como músico para hacer lo que le venga en gana. Otra cosa es que nos guste, y si, probablemente "Silver Rails" es el mejor trabajo en solitario de su carrera.


La voz de Jack Bruce resulta algo agrietada, pero su tono y su fraseo no han perdido un ápice de su encanto e increíblemente se muestra exuberante y llena de matices, con un vibrato absolutamente excepcional. Su fluidez y destreza con su instrumento, el bajo, hacen que su interpretación esté llena de consistencia a lo largo de todo el álbum, algo lógico para quien ha sido inspiración de tantos. Ambición, texturas y cadencias para un músico que resiste y no se deja intimidar. Aún con el elenco de invitados del que se ha rodeado Bruce en "Silver Rails" el bajista es el protagonista del álbum, y lo es de largo, tanto a nivel interpretativo como compositivo, el director de un maravilloso trabajo.

Además de las colaboraciones de lujo Bruce mantiene la base de la Jack Bruce & His Big Blues Band como artífice sonoro de "Silver Rails". La delicada guitarra de Tony Remy, antiguo miembro de Incognito, la banda británica de funk jazz, la sutil batería de Frank Tontoh, de los reggae y afrobeat Soothsayers, el trombón de Winston Rollins o el saxo tenor de Derek Nash continúan llenando de influencias los vericuetos compositivos del escocés. A ellos se han unido la percusión de Rob Cass, productor del artefacto, la guitarra acústica de Pearse Macintyre o la trompeta de Russell Bennett, ofreciendo, variedad, dinamismo y sutileza al maravilloso conjunto final.


"Candlelight" abre "Silver Rails" con ritmos caribeños y sección de vientos que lo llenan de una sofistificación etérea que se completa con el órgano Hammond de Medeski, la sutil línea de bajo, la batería y la delicada guitarra de Phil Manzanera que ofrece un controlado solo. Un tema que reúne muchas de las características sonoras de un soberbio Bruce en las voces sin tratar de revivir el pasado. Después "Reach For The Night", un interesante tema de rhythm and blues con tintes de jazz en el que la bonita intro de piano se une a la línea de bajo. El envejecimiento y la mirada hacia atrás como motor de un corte con espectacular solo de órgano de Medeski y brillante solo de saxo de Derek Nash que capturan a la perfección el ambiente que inspira.

"Fields Of Forever" conduce su rock mediante un piano que evoca el espíritu del "Doing That Scrapyard Thing" del "Goodbye" que publicaba Cream en 1969. Un corte propulsado por la guitarra que evoca también en cierto modo algo de los Who antes de que "Hidden Cities" ofrezca una compleja melodía a medio camino entre el metal y el progresivo que combina a la perfección las habilidades de la baterista Cindy Blackman con las del guitarrista Uli Jon Roth.

"Don't Look Now" abre como una tranquila balada hasta que se convierte en un adictivo medio tiempo en el que Bruce brilla explorando todos los matices de su rango vocal y deleitando con sus tensas líneas de bajo. De nuevo es jugoso el papel de un Medeski en protagonista pero siempre al servicio de un delicado tema que fluye ofreciendo la romántica guitarra de Malcolm Bruce. Luego "Rusty Lady" ofrece funky blues de tintes guturales con un certero Robin Trower propulsando sucios riffs de guitarra para un tema políticamente intenso, tal vez el más cercano musicalmente a lo que se podría esperar si Cream aún funcionase en el 2014.


"Industrial Child" es un precioso corte con un magnífico piano de Jack Bruce, muy emotivo en la voz tratando de llegar justo al corazón mediante la guitarra acústica de Tony Remy. Un tema casi autobiográfico centrado en los bajos fondos de Glasgow que precede a "Drone", un trallazo mordaz y políticamente intenso conducido por el bajo distorsionado que sustenta la voz de Jack Bruce, por la percusión del djembe de Milos Pal y por sonidos de un Stuka de la Segunda Guerra Mundial que empapa de tristeza el tema.

"Keep It Down" ofrece el blues propulsado por los riffs de Marsden aderezada por la línea de bajo de Bruce. Una aproximación a territorio Clapton con algunas gotas de aquella legendaria psicodelia antes de que "No Surrender" cierre definitivamente "Silver Rails" con su rock de estadio absolutamente atronador y musculoso con un solo de guitarra de profundo olor a Bad Company para un tema en el que Bruce exhorta a no tener miedo de los errores del pasado. 

"Silver Rails" es un artefacto arriesgado a la par que atractivo, un legado brillante para un tipo, Jack Bruce, que durante 50 años ha hecho lo que le ha salido de las pelotas, y lanzar un álbum como este con 70 años es algo impresionante, porque ojo, al igual que el año pasado Eric Burdon ya dio la campanada con su "'Til Your River Runs Dry", en las listas de este 2014 puede suceder lo mismo con el de Jack Bruce. "Silver Rails" es una mirada atrás, pero en lugar de recrear la historia Jack Bruce se ha marcado una de sus obras más consistentes y coherentes, el trabajo de aquel que no se conforma con lo que ha sido.


No olvidéis pasar por LA BANDA QUE NUNCA EXISTIÓ para dejar vuestra lista de esa posible mejor banda de la historia del rock, en formato comentario o mediante MD a @BlueMonday1971.

2 comentarios:

  1. Tengo que escucharlo, porque siempre me ha flipado la carrera de este tanto con Cream como en solitario. Un abrazo, Javier.

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    1. Uno de los pocos genios que nos quedan. Espero que disfrutes del disco tanto como yo.
      Abrazos.

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