lunes, 9 de diciembre de 2013

AFTERSHOCK - Motörhead, 2013


¿Pero Lemmy no se estaba muriendo?. Pues no, probablemente estaba prolongando su pacto con el diablo por unos cuantos años más, porque Motörhead se acaban de marcar su mejor álbum de las últimas dos décadas. Se llama "Aftershock" y es un disco que encapsula a la perfección el sonido por excelencia del trió. Un trabajo emocionante y profundamente satisfactorio que muestra sin tapujos por qué Motörhead son una de las bandas más auténticas y honestas en esto del rock and roll.


El tono misántropo y casi venenoso del "The World Is Yours" de 2010 desaparece tres años más tarde en "Aftershock", y su lugar es ocupado por las influencias que persiguen a Kilmister desde que inició su carrera. Un álbum lleno de furia y rapidez, plagado de apabullantes riffs y de ganchos repletos de un poder especialmente adictivo con solos asesinos, un bajo que es más una guitarra rítmica y una batería aplastante. Motörhead factura de nuevo ese hard rock sucio empapado de rabia en el que los ritmos trepidantes vuelven a ser protagonistas, pero esta vez olvidan los prejuicios y se centran en eso que sólo ellos saben hacer a la perfección.


Cameron Webb vuelve a producir un álbum para Lemmy y los suyos y lo hace de manera sobresaliente, dotando al sonido general del álbum de ese toque sucio tan característico y de un empuje realmente demoledor. Y lo consigue de la manera más sencilla, teniendo en cuenta que concisión y adicción se sirven en las mismas dosis que velocidad y potencia para que una maquinaria absolutamente engrasada funcione como una sola entidad sin impedir que se aprecien los componentes individuales del trío merced a unos arreglos extremadamente hábiles.

El abrasador bajo de Lemmy retumba de nuevo con la distorsión a la máxima potencia, y su voz empapada de alcohólicos efluvios permanece inalterada con el paso de los años, sonando tan visceral como siempre, y eso, dadas las penurias de salud por las que ha pasado el hombre, era algo que nadie esperaba. Mito, icono y leyenda, este tío es uno de los dioses del rock. El trabajo de Phil Campbell en la guitarra es impecable, absolutamente revitalizado merced a algunos de sus riffs más sucios y ardientes de los últimos años. Una labor sobrealimentada, fresca y furiosa que quedaría incompleta sin los aportes de un apoteósico Mikkey Dee, el perfecto ejemplo de que como aunar velocidad y técnica.


"Aftershock" abre con "Heartbreaker", un tema absolutamente letal que deja ya de inicio la impresión de que la banda está en un momento increíble. Después llega un "Coup De Grace" en el más puro estilo Motörhead, manteniendo un ritmo endiablado en una composición repleta de energía. Letras que parecen un complemento para que el sonido fluya pero que aumentan su importancia si se les presta atención. Así es Lemmy Kilmister.

"Lost Woman Blues" trae algo de calma con ese sucio blues marca de la casa lleno de riffs hipnóticos y letras sobre forajidos. Hasta que en el último minuto se recupera la esencia de la banda con un brutal Mikkey Dee destrozando los parches. Digamos que un número para paladares exquisitos en el que la guitarra de Campbell humea como si se tratase de la de Billy Gibbons.


Aparece luego "End Of Time", un himno que se desplaza a velocidad endiablada y en el que asombra como un instrumento tan maltratado como el bajo de Kilmister puede mantener esa precisión melódica. Un deseo de que el futuro no parezca tan sombrío en este auténtico tutorial sobre lo que es Motörhead que cede el paso a "Do You Believe" y su rock monstruosamente gozoso.

En "Death Machine" los instrumentos entran uno a uno destacando por encima de todos el fascinante bajo distorsionado de Kilmister y esos riffs a lo "Train Kept A Rollin'" para un corte de aroma "Ace Of Spades" tras el que "Dust And Glass" se convierte en un número más lento y reflexivo que rompe el ritmo lo suficiente como para potenciar lo que viene después. Tal vez la más atípica del álbum, probablemente una de las mejores para algunas reflexiones sobre la naturaleza efímera de la vida con un canturreo casi frágil.

"Going To Mexico" ofrece un ritmo imparable, un comportamiento rudo del trío y un estribillo memorable, "Silence When You Speak To Me" presenta un solo fabuloso de Campbell y un de nuevo excelente estribillo y "Crying Shame" un adictivo piano de tugurio aderezando un dulce boogie, antes de que "Queen Of The Damned" llegue con una moderna producción, un riff principal salido directamente del año 1978 y un bajo realmente atronador.


Después llega "Knife" y los versos estruendosos de Lemmy se desplazan a gran velocidad a lomos de la batería de un soberbio Mikkey Dee. Un "Keep Your Powder Dry" lleno de arrogancia y virulencia precede a "Paralyzed", excelente punto final a "Aftershock" en base a sus de nuevo vertiginosas melodías y ritmos demoledores que sólo un combo tan atípico como el formado por Kilmister y Dee puede soportar sin que los riffs martilleantes de Campbell se resientan.

"Ace Of Spades" es un álbum legendario por razones obvias, y el menos conocido y peculiar "Orgasmatron" de 1986 o el poderoso "Inferno" de 2004 también merecen estar en la cima discográfica de la banda, pero sinceramente, "Aftershock"  deberá ocupar un puesto de privilegio. Salvo excepciones, una de las grandes virtudes de Motörhead es que cada nuevo disco tiene a priori el potencial para convertirse en el mejor de la banda hasta la fecha, y "Aftershock" se va a quedar muy cerca de serlo. Una auténtica declaración de intenciones a la altura de Motörhead.


No olvidéis pasar por LA BANDA QUE NUNCA EXISTIÓ para dejar vuestra lista de esa posible mejor banda de la historia del rock, en formato comentario o mediante MD a @BlueMonday1971.

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