Cuesta imaginar que los tipos que habían movido los cimientos del rock con el riff distorsionado del "You Really Got Me" de 1964 pudieran facturar un trabajo como el "The Kinks Are The Village Green Preservation Society" que publicarían en 1968, tan sólo cuatro años más tarde. Pero el talento innato de su indiscutible líder Ray Davies ya había dado muestras del camino por el que llevaba a los Kinks tras el "Face To Face" de 1966 y el "Something Else By The Kinks" de 1967.
Davies comenzaba a dar lo mejor de si mismo en el plano compositivo, en un período que alcanzaría prácticamente hasta el "Everibody's In Show-Biz" de 1972 y que tendría su punto culminante precisamente en este "The Kinks Are The Village Green Preservation Society" de 1968, un álbum conceptual escrito y producido por el propio Ray Davies en una muestra más de su inagotable talento.
Hasta ese momento los Kinks siempre habían sido una banda que se había movido mejor con los singles, y este nuevo álbum no iba a ser una excepción. Pobres ventas debidas en parte a la inexplicable imposibilidad de obtener un visado para que los miembros de la banda pudieran girar por Estados Unidos como apoyo al álbum, y, sobre todo, y seamos consecuentes, la vida campestre británica, en general la temática del álbum, no interesaba a nadie en los años del Verano del Amor.
"The Kinks Are The Village Green Preservation Society" ofrece evocadoras imágenes de una Inglaterra de otros tiempos mezcladas con humor y comentarios sociales, una visión de la vida alli durante los últimos cien años desde un punto de vista casi victoriano, que a la postre darían lugar a uno de los álbumes más ingleses de la historia del rock. En cualquier caso muchas de las letras de Ray Davies son introspectivas, y a pesar de esa apariencia de felicidad se aproximan ciertamente a la tristeza, llevando ese tradicional sabor inglés a una metáfora que explica la transición entre la infancia y la fase adulta y la pérdida de la inocencia.
Musicalmente el disco contiene un impresionante rango de instrumentación, y Davies emplea cuerda y viento con gran efecto, por supuesto con la decisiva intervención de su hermano Dave, del bajista Pete Quaife y del baterista Mick Avory, tal vez no unos virtuosos pero dejándose el corazón en cada nota tocada en esta última encarnación de los Kinks, apoyados por el piano y el melotrón de siempre genial Nicky Hopkins.
Soberbios arreglos elegantes y melódicos para un álbum variado y cohesivo además de estilísticamente diverso en el que si bien no hay temas que pudiesen ser extraidos como sencillos funciona a la perfección como un todo. Dulce y encantador en un cambio de dirección hacia sonidos más melódicos y nostálgicos dominados por preciosas guitarras acústicas. Una acertada mezcla de rock, pop, folk, blues e incluso unas vibraciones psicodélicas propias de la época a las que los Kinks dieron su propio enfoque.
Desde el inicio con "The Village Green Preservation Society", una educada canción protesta contra el inevitable avance del progreso, de estribillo conmovedor, exuberante y evocador, Davies pone encima de la mesa sus intenciones. Las altas y ensoñadoras voces de "Do You Rememeber Walter?", uno de esos personajes ficticios puestos en acción por Ray, o la increíblemente adictiva "Picture Book", no hacen sino corroborarlo.
La nostalgia de "Village Green", con un cierto toque a The Mama´s And The Papa's, la memorable "Starstruck", el maravilloso pop psicodélico de "Phenominal Cat", el humor de vodevil de "All My Friends Where There", la malvada "Wicked Annabella", la energética y melódica al mismo tiempo "Johnny Thunder", el blues rock de "Last Of The Steam-Powered" o el delcioso "Animal Farm" sobresalen en "The Kinks Are The Village Green Preservation Society".
En el año del "Odgen's Nut Gone Flake" de los Small Faces, del "Electric Ladyland" de Hendrix, del "White Album" de los Beatles o del "F.S. Sorrow" de los Pretty Things, Ray Davies y sus chicos de los Kinks se fabricaron su propio y curioso álbum conceptual, y el resultado fue una delicia lírica y musical que nunca encajó en la idea que el público se había formado de los tipos que grabaron "You Really Got Me" y que grabarían "Lola". Un trabajo indispensable en cualquier caso.
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Pedazo disco, adoro a los Kinks, sus primeros discos son la caña, pero a partir de aqui se transforman en maquinas sonoras y cuando llegan Arthurs y Lolas ya no te digo nada.
ResponderEliminarUna gran reseña a un gran disco.
Saludos.
Gracias Addison. Me sucede algo parecido a lo que te sucede ti. Creo que no se ha otrogado todo el reconocimiento que merece un tipo como Ray Davies, un compositor de otro mundo que a partir de este álbum se volvió aún más grande.
EliminarAbrazos.